sábado, 26 de septiembre de 2009

Conclusiones TALIS


El TALIS es el nuevo estudio internacional de la OCDE en cuanto a la Docencia y el Aprendizaje. Es el primer estudio internacional enfocado al entorno del aprendizaje y a las condiciones de trabajo de los maestros en las escuelas; su objetivo es llenar las importantes lagunas de información en las comparaciones internacionales de los sistemas educativos. TALIS ofrece una oportunidad para que maestros y directores den su aportación en el análisis educativo y en el desarrollo de políticas en algunos de los principales ámbitos de la política. Un análisis de campo por parte del TALIS permitirá a los países identificar a otros que enfrentan retos similares y aprender de otros enfoques de política. Actualmente el estudio se está realizando en 24 países de los cuatro continentes, y quizá otros países se unan al estudio en una etapa posterior.

TALIS ofrece una valiosa información que puede contribuir a orientar las políticas destinadas a mejorar las condiciones del aprendizaje efectivo y las prácticas educativas. Se resumen a continuación algunas de las aportaciones más destacadas del estudio.

Es necesario garantizar a los centros educativos los recursos adecuados y un profesorado cualificado y reconocido. Los directores deben poder disponer de dichos recursos materiales y humanos y deben recibir el apoyo suficiente de las administraciones educativas que permita garantizar que la escasez de recursos, la escasa preparación y dedicación o el absentismo del profesorado no dificulten los aprendizajes de los alumnos. La opinión de los directores españoles es particularmente significativa en este sentido.

Es fundamental intensificar y mejorar la formación del profesorado para poder mejorar los procesos educativos. En España, como en la mayoría de los países TALIS, se va a producir en los próximos años el reemplazo de un importante número de profesores en la educación secundaria obligatoria. Las mejoras en la formación inicial del profesorado, en los procesos de selección y acceso a la función docente y en el apoyo y formación que deben recibir los nuevos profesores al incorporarse a las clases pueden ser fundamentales para contribuir de modo decisivo a la mejora de la enseñanza y de los resultados educativos del alumnado.

Es necesario promover un clima de aula positivo, factor imprescindible para asegurar el rendimiento adecuado de los alumnos. Hay una elevada relación entre un clima positivo en el centro y en las aulas, las creencias de los profesores, su cooperación, su satisfacción en el trabajo, sus actividades de formación y la adopción de diferentes técnicas de enseñanza. Además, TALIS confirma que, en general, el tiempo efectivo dedicado a la enseñanza se ve facilitado en buena medida por el clima de la clase. El clima de la clase es, a juicio de profesores y directores, especialmente negativo en España, en comparación con el de los otros países del estudio.

La evaluación del profesorado es fundamental para garantizar un trabajo efectivo, gratificar el esfuerzo, la dedicación y sus buenos resultados y corregir los errores o incumplimientos que puedan producirse. Los profesores valoran positivamente la evaluación de su trabajo. Cuando reciben información sobre el resultado de la evaluación y reconocimiento, como consecuencia de la misma, confían más en sus habilidades y capacidades para afrontar los desafíos de la enseñanza y tienen un mayor sentimiento de auto-eficacia. Ahora bien, como el objetivo debe ser la mejora de los aprendizajes y los resultados de los alumnos, hay que asegurar un buen uso de los resultados de la evaluación, tanto por parte de las administraciones con respecto a sus profesores, como del propio profesorado con respecto a sus clases. En España habría que estimular una evaluación rigurosa, eficaz y justa, de cuyos resultados se pudieran beneficiar los profesores, los alumnos y el conjunto del sistema.

TALIS resalta la importancia que el liderazgo escolar tiene para favorecer la eficacia del trabajo del profesorado. El liderazgo pedagógico está presente con distinta intensidad en los diferentes países y no hay una relación directa entre el tipo de liderazgo y el planteamiento más constructivista o tradicional entre los directores. La aportación más notable de TALIS es que los directores que ejercen un destacado liderazgo pedagógico son, en general, los que también ejercen mejor el liderazgo administrativo. Ambos tipos de liderazgo son comparativamente débiles en España.

Finalmente, TALIS concluye que en muchos países la educación está todavía lejos de convertirse en una “industria del conocimiento”, para la cual se necesitan directores y profesores que actúen como una comunidad profesional, que tengan la autoridad para actuar, la información necesaria para decidir con acierto, y el acceso a sistemas de apoyo efectivo que les ayuden a afrontar los desafíos.



TALIS (OCDE)
Estudio Internacional sobre la Enseñanza y el Aprendizaje
INFORME ESPAÑOL 2009
MINISTERIO DE EDUCACIÓN
SECRETARÍA DE ESTADO DE EDUCACIÓN Y FORMACIÓN PROFESIONAL DIRECCIÓN GENERAL DE EVALUACIÓN Y COOPERACIÓN TERRITORIAL Instituto de Evaluación
Madrid 2009
Más información en
http://www.oecd.org/document/14/0,3343,en_2649_39263231_42886542_1_1_1_1,00.html

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Los mejores alumnos

Finlandia tiene el sistema educativo más exitoso del planeta, con métodos que van a contramarcha de otros países.


El orden existente en la Escuela Primaria Poikkilaakso en las afueras de Helsinki bastaría para hacer suspirar de envidia a docentes del resto del mundo.


Los alumnos de preescolar y primer grado de Anna-Leena Olkinuora están frente a las mesas pintando paisajes invernales.


Olkinuora se inclina para elogiar a un pequeño por su interpretación de una ardilla que retoza entre los árboles.

“Siempre estamos observando para ver si tienen estilos de aprendizaje diferentes”, dice.


Arriba, la luz del sol invernal atraviesa las ventanas del salón de clases de Mervi Valta mientras ella aconseja a sus 28 alumnos de cuarto y quinto grado, de 10 y 11 años de edad.


Algunos estudian historia, otros, matemáticas y otros, redacción. “Cada uno sabe lo que debe hacer”, explica Valta y señala un gráfico de colores pegado en la pared con las tareas diarias de cada alumno.

“No siempre hacemos todos lo mismo o con la misma velocidad”, dice.


SIN ZAPATOS

En un pasillo iluminado afuera del salón de Valta, cuatro niños que ya terminaron su trabajo del día se están entreteniendo con juegos de mesa.


En otra parte de la amplia escuela, tres niñas hacen la coreografía de un baile moderno para una obra escolar, sin maestros a la vista.


A pesar de la poca supervisión, la escuela está asombrosamente tranquila (y silenciosa pues, como en todas las escuelas primarias finlandesas, los niños no usan zapatos y caminan en calcetines).


“Cada niño elabora su plan de estudios anual”, explica Kimmo Sundström, director de la escuela de 280 alumnos.


“Los chicos, ayudados por sus padres y maestros, establecen la meta que desean, así se mantiene elevada la motivación.


Si uno necesita ayuda especial en matemáticas, la obtiene. Si uno disfruta y va más rápido que los demás en lenguaje, puede dedicarse a ello”.


PISA

Estos niños son pioneros en el experimento educativo más exitoso del mundo. Los resultados de un estudio internacional llevado a cabo en 2003 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ponen a los estudiantes finlandeses a la cabeza de los de los otros 40 países en los que se realizaron pruebas de ciencia y lectura.


La prueba, conocida como PISA, mostró una ventaja similar en matemáticas por parte de Finlandia.

Más de 250 mil estudiantes de todo el mundo hicieron la prueba. Los únicos países latinoamericanos que participaron en 2003 fueron Uruguay, México y Brasil. En 2006 se sumarán la Argentina , Chile y Colombia.

Las escuelas finlandesas no sólo obtuvieron el primer lugar académico, sino que también resultaron mejores en la educación de los alumnos menos talentosos y en la reducción significativa de las diferencias entre niños y niñas.

En pocas palabras, las escuelas finlandesas no dejaron atrás a ningún niño. “Los hallazgos de la prueba PISA para Finlandia muestran que un sistema educativo puede lograr combinar el desempeño de alta calidad con la alta igualdad”, dice el informe.


¿QUÉ ES LO QUE HICIERON?

Los educadores comenzaron a cambiar su enfoque hacia un método más “centrado en el alumno”, que daba más poder a los profesores y más atención a las necesidades individuales de cada estudiante.


Para empezar se abolió el examen nacional a los 10 años y los niños siguieron juntos en la misma escuela hasta los 16.


En la década de 1980, se combinaron alumnos de todos los niveles de capacidad en el mismo salón de clases.

Finalmente, en 1994 la administración escolar se descentralizó radicalmente y se les dio a escuelas y maestros la libertad de establecer sus propias prioridades educativas.


Los finlandeses le atribuyen su éxito a varios factores:

Sus maestros son los mejor entrenados del mundo.

Aunque los sueldos de los profesores no son exagerados (entre 2 mil y 4 mil euros por mes, según la antigüedad), la profesión tiene un gran prestigio.

Las universidades aceptan apenas a uno de cada siete solicitantes a la carrera de maestro, que es aún más selectiva que las carreras de leyes y medicina.

A los maestros incompetentes se los puede despedir, pero esto casi nunca sucede, dice Riitta Sarras, consejera especial del Sindicato de Educadores.

“Consideramos que la carrera de maestro es tan difícil que cualquier graduado es competente”, dice.

Los maestros tienen gran autonomía.

Pueden utilizar el método de enseñanza que deseen, con programas diseñados por ellos mismos, y elegir los libros de texto (o elegir no usarlos).


Una vez contratados, los profesores no son sometidos a inspecciones o evaluaciones regulares.

“En Gran Bretaña hay una gran cantidad de papeleo. Aquí, confían en nosotros”, afirmó Richard Cousins, inmigrante de Inglaterra que ha enseñado matemáticas durante más de una década en Finlandia.

Asimismo, los docentes finlandeses consideran que los exámenes a los alumnos generan presiones artificiales de tiempo y castigan a los que quieren pensar las cosas a su manera.


“En muchos países se cree que al aumentar los exámenes la educación mejorará”, dice Sarras. “Pero nosotros creemos todo lo contrario. Demasiados exámenes lo llevan a uno a enseñar para el examen. Sin embargo, hay muchos aspectos del aprendizaje que no pueden medirse de esa manera”.


A los 18 años los alumnos sí tienen un examen para entrar a la universidad. Y unas dos terceras partes de los graduados continúan con la educación superior, un porcentaje alto para el nivel internacional.

A los estudiantes se les enseña en cambio a autoevaluarse. “Entrenamos a los niños a autoevaluarse desde preescolar”, dice Sundström, director de la Escuela Primaria Poikkilaakso.


“Eso les ayuda a asumir la responsabilidad de su propio trabajo. Y cuando asumen la responsabilidad, trabajan con más libertad.


El maestro no está supervisándolos todo el tiempo”. Muchas escuelas primarias (entre ellas Poikkilaakso) les dan a los alumnos fichas semanales con asuntos a evaluar como: “Terminé mi trabajo a tiempo”, “Recordé pedir permiso para hablar”, etcétera.


Los estudiantes se califican colocando una señal en una línea horizontal, con una carita feliz en un extremo y una triste en el otro. La maestra indica si está de acuerdo.


En grados más altos, las autoevaluaciones suelen ser por escrito y se realiza una evaluación más detallada al final de cada año escolar.

“Este sistema te hace pensar en lo que no salió bien y en lo que uno debe lograr el próximo año”, dice Tuomas Siltala, de 18 años, que se graduó en mayo de 2005 y piensa estudiar Derecho en la universidad. “Uno aprende lo que puede hacer. No tiene sentido engañarse”.


El éxito general de Finlandia es sorprendente. La única duda de algunos educadores es si se está haciendo lo suficiente por los alumnos excepcionales.


“Somos muy buenos para encargarnos de los estudiantes promedio, pero me pregunto si llevamos a los genios al desempeño máximo”, dice Kyllikki Vilkuna, directora de la escuela secun- daria Kulosaari.

“¿Deberíamos hacer más para apoyarlos? Ésa es nuestra asignatura pendiente”.



Martes, 15 de Septiembre de 2009

Fuente

http://www.elporvenir.com.mx/notas.asp?nota_id=338149

domingo, 6 de septiembre de 2009

Las evaluaciones Internacionales en los medios de comunicación

Elegí por varias razones, publicar un artículo periodístico que da una visión muy idílica del sistema educativo en Finlandia, que pasó a la consideración mundial gracias a las evaluaciones PISA. Una de ellas es un poco de envidia, en mi país, Argentina nadie habla de las evaluaciones PISA, a pesar de que la educación es un problema evidentemente social, parece no despertar la curiosidad de los medios ni de la gente. Por otra parte, el artículo da un pantallazo sobre la forma en que se desenvuelve un sistema educativo con éxito en las evaluaciones. Reproduzco a continuación el artículo:

El mejor sistema educativo: Finlandia

Por qué lo habitual en Finlandia es que un adolescente normalito termine Secundaria con notas excelentes, hablando un perfecto inglés y leyendo un libro a la semana, y aquí muy pocos consigan algo remotamente parecido. Hemos viajado al país mejor clasificado por el informe Pisa para averiguarlo.

Les presento a Saili Sipilä. Tiene 15 años. Vive con sus padres y sus dos hermanos en Espoo, una ciudad de 360.000 habitantes a las afueras de Helsinki. He volado 4.000 kilómetros para conocerlo. ¿Por qué? Por dos razones: porque soy periodista y porque tengo un hijo de la misma edad. Como periodista, quiero saber por qué Saili, un adolescente normalito de Finlandia terminará la Secundaria con excelentes notas, hablando inglés a la perfección y leyendo un libro por semana. Lo típico para un finlandés. Como padre, quiero saber si es inevitable que mi hijo, Manuel, un adolescente normalito, acabe sus estudios obligatorios aprobando por los pelos, chapurreando cuatro palabras en inglés y sin el menor interés por la lectura. Lo típico para un español. ¿Hubiera sido diferente si hubiera nacido en Finlandia? ¿Qué comparaciones entre la educación finlandesa y la española puedo hacer como periodista? ¿Qué lecciones puedo aprender como padre?

Repaso en el avión los resultados calentitos del último informe Pisa, un examen trianual que mide las capacidades de los alumnos de 15 años de 57 países en ciencias, matemáticas y lectura. Participaron 375.000 estudiantes. En España, casi 20.000 alumnos de Secundaria de 686 coles e institutos. Veamos las notas. Ciencias: Finlandia, 1ª, 563 puntos. España, 31ª, 488 puntos. Si el aprobado lo marca la media de los países de la OCDE (491 puntos), ya tenemos el primer suspenso. Matemáticas: Finlandia, 2ª, 548 puntos, a sólo uno de China Taipei. España, 31ª, 480, a cuatro de la media de los países desarrollados. Segundo insuficiente. Lectura: Finlandia, 2ª (547), por detrás de Corea del Sur. España, 35ª (461), protagoniza además el peor descenso en comprensión lectora de los países de la OCDE (485) desde el último informe. Nuestros hijos no entienden lo que leen. A la cuarta línea de cualquier texto se pierden. Muy deficiente.

Tres cates en las tres asignaturas básicas. ¿Qué hacemos? ¿Castigamos de cara a la pared a los alumnos, a los padres, a los profesores, a las autoridades, a todos? Alemania cosechó unas calabazas semejantes hace tres años y la conmoción fue tan mayúscula que los políticos se pusieron las pilas y este año sus estudiantes han aprobado con nota. Aquí, el Gobierno culpa a Franco (la precaria educación de los padres dificulta la de los hijos). Además, la fiesta va por barrios, léase por comunidades autónomas. Los riojanos pueden sacar pecho: están en el grupito de cabeza. Los andaluces deberían ir pensando en las recuperaciones: en mates les gana hasta Azerbaiyán.

Taxi hasta Espoo. Son las siete de la mañana y todavía no ha amanecido. Ni lo hará. No veré el sol durante mi estancia en Finlandia. Cielos cubiertos y noche cerrada a las tres de la tarde. En esta época del año es un país en penumbra y con sus 5,3 millones de habitantes obsesionados en encender cirios, velas y lamparitas. Limosnas de luz. Llego a casa de los Sipilä a tiempo para ser invitado al desayuno familiar. No es lo habitual, porque cada uno suele tomar un bocado por su cuenta, pero ayer (6 de diciembre) fue el Día de la Independencia y la ocasión lo merece. Me sorprende que Saili no tenga puente, pues el festivo cae en jueves. Mi hijo enlazó cuatro días de vacaciones gracias al viaducto de la Constitución. En Finlandia, si una escuela hace puente (los centros tienen autonomía para toman estas decisiones), antes obliga a sus alumnos a salir algo más tarde cada día hasta completar las clases que se hubieran perdido.

Me descalzo, dejo los zapatos en el recibidor y converso con los Sipilä en calcetines mientras damos cuenta del café, los panecillos, el zumo de bayas y el queso lapón con mermelada. Seppo, el padre, es teólogo y se gana la vida traduciendo la Biblia. Domina una docena de idiomas, entre ellos arameo, copto y árabe clásico. Leena, la madre, es enfermera y trabaja en un hospital. Mikael, el hermano mayor, tiene 18 años y quiere estudiar Arte Dramático en la universidad, pero reconoce que las posibilidades de pasar el corte a la primera son escasas. Joel, el menor, de 12 años, es discapacitado psíquico y acude a un colegio de educación especial. La vivienda familiar es un dúplex de clase media en el centro urbano de Espoo. Lo de ‘urbano’ hay que matizarlo. Un bosque de abetos limita con la casa. «Nos mudamos aquí hace año y medio. El aire es muy puro». Espoo es la segunda ciudad de Finlandia en habitantes y la de mayor porcentaje de población universitaria en un país donde el 34 por ciento de los adultos tiene estudios superiores. «No hay apenas delincuencia. Nuestros hijos pueden pasear de noche con tranquilidad», explica el padre. Y Saili apostilla en un inglés prístino: «Finlandia es segura. Ni sunamis, ni terremotos… Me gusta vivir aquí». Yo les explico que me crié en la calle. Y eso es algo que se ha perdido en España, por los menos en las grandes ciudades. Que los niños puedan jugar al aire libre sin vigilancia.

Las ocho menos cuarto. Hora de ponerse los zapatos y salir camino de las respectivas ocupaciones. Saili coge el bus urbano (no hay autobuses escolares). El billete lo subvenciona el municipio. Por ley, ningún alumno puede vivir a más de cinco kilómetros de la escuela. Podría ir caminando, un paseo de veinte minutos, pero llovizna aguanieve y no le apetece. Saili tiene moto y bicicleta, como la mayoría de sus compis, pero sólo unos pocos desafían al frío en esta época. En el exterior, las instalaciones de la escuela Saarnilaakson dan una impresión espartana, excepto por el césped de los campos de deporte que la circundan. En la entrada no se ve a decenas de estudiantes apurando el primer pitillo de la mañana, como en los institutos españoles. Ni una colilla ni una hoja ni una pintada. «Aquí no se ensucia ni la nieve», me dice el fotógrafo.

En el interior, la limpieza resalta aún más. No hay garabatos en los pupitres ni en los aseos. Todo parece recién estrenado. Saarnilaakson es una escuela pública, como el 97 por ciento de los centros finlandeses, a diferencia de España, donde el 35 por ciento son privados. Por supuesto, es gratuita. Pero el equipamiento es el de un colegio caro en nuestro país. Las aulas disponen de un televisor con pantalla gigante de plasma, acuario de 200 litros con pececitos de colores, cocina con fregadero, medios audiovisuales, aire acondicionado, muchas plantas. Hay un ordenador por cada dos alumnos. Una docena de máquinas de coser en la clase de costura, aparatos de soldar, herramientas de carpintería, esquíes… Un gimnasio cubierto, un auditorio para las clases de teatro y un comedor con autoservicio. Todo en perfecto estado de revista. Los libros de texto son gratis (¡cómo duelen los 200 euros que tengo que desembolsar cada septiembre!), el material escolar es gratis, la comida es gratis. No parece demasiado apetitosa y los estudiantes reniegan, pero la comen. Al Ayuntamiento le cuesta 65 céntimos cada menú: un plato caliente, leche y fruta.


Tanta generosidad me pone los dientes largos. Y cuando Kari Kajalainen, profesor de matemáticas, me explica que si un niño quiere estudiar, puede llegar a ser médico o juez o ingeniero, lo que se proponga, si se esfuerza, aunque su familia sea pobre, pongo cara de incredulidad. «La educación de cada finlandés le cuesta 200.000 euros al Estado, desde que entra en la guardería hasta que sale de la universidad con su título. Es el dinero mejor empleado de nuestros impuestos. La presidenta del país, Tarja Halonen, se licenció en Derecho y proviene de una humilde familia de clase obrera. «Cuando regaño a mis alumnos, les digo que están malgastando el dinero de los contribuyentes». Y otra profesora, Päivi Ketola, me cuenta que los universitarios sólo han de pagar los libros y la comida (2.50 euros en la cafetería de la facultad). El Estado los ayuda a emanciparse con subvenciones para alquilar una vivienda y una paga. Todo el sistema está montado para que los finlandeses se acostumbren a ser autónomos desde bien pequeñitos y se vayan a vivir por su cuenta a los 18 años.



Autor: José Suárez Mesa

http://www.teldeactualidad.com/noticias_secciones.php?seccion=tribuna&id=1517

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