lunes, 2 de agosto de 2010

Nivel socioeconómico y resultados en los países del GIP

Nivel socioeconómico y rendimiento en los países del Gip
De acuerdo con el informe internacional de PISA, y de manera coincidente con muchas otras investigaciones, el origen socioeconómico de los alumnos parece tener una poderosa influencia sobre sus resultados escolares. La escasa variación de los resultados de los alumnos entre escuelas ha hecho pensar que la aportación de estas es más reducida, si bien hay que tomar con cautela esta idea, dada la insuficiente calidad de las mediciones de los factores escolares y de las metodologías utilizadas habitualmente para valorar su influencia. Aunque en todos los países hay una alta correlación entre el ESE y el desempeño, algunos muestran que la equidad y la alta calidad pueden ir juntas. Las estrategias para lograr esta meta deben diseñarse de acuerdo con las características de cada país. También en el GIP el origen socioeconómico de los alumnos tiene un efecto notorio sobre su rendimiento en la mayoría de los países. Asimismo, este indicador muestra una gran variación entre los países participantes en PISA, siendo evidente que los estudiantes de los países de la OCDE tienen unas condiciones de vida notablemente superiores en los aspectos económicos, sociales y culturales que aquellos de los países del GIP. No todos los estudiantes aprenden en la misma medida dado que las capacidades y las potencialidades no son idénticas para todos.

Nivel socioeconómico y resultados en lso paises del GIP



Sin embargo, cuando el aprendizaje varía según el ESE de la familia, esto puede ser señal de inequidad. Más aún, cuando se observa que esta distribución desigual de conocimiento está relacionada no solo con diferencias entre los niños, sino que existen grandes diferencias entre las escuelas, el que las escuelas no produzcan resultados similares puede deberse al efecto combinado de las carencias del hogar y las de la escuela, lo que significa que la sociedad no ofrece a todos los estudiantes las mismas oportunidades de aprender. A pesar de compartir ciertas características de contexto y culturales, los países miembros del GIP muestran diferencias considerables en lo que se refiere al ESE, apreciándose, por un lado, que hay países con una mayor variabilidad socioeconómica al interior, con una gran diferencia entre los valores más altos y más bajos del ESE (México y Portugal), y otros, como Brasil, que exhibe una menor diferencia al interior, pero tiene el promedio más bajo del índice, así como las menores diferencias entre valores extremos del mismo (percentiles 5 y 95), lo que indica que su población en general está mucho más empobrecida que en el resto de los países comparados. El ESE influye fuertemente, por tanto, en el puntaje que obtienen los alumnos en ciencias en todos los países del GIP, como también en el promedio de la OCDE, aunque se aprecian diferencias en la magnitud de esta relación para los distintos países. Si se analiza el promedio que cada país tendría en la escala de ciencias si el ESE fuera igual al promedio de la OCDE, se observa que los puntajes de todos los países del GIP aumentarían. Sin embargo, excepto España, los otros países ni siquiera así llegan al promedio de la OCDE, lo que demuestra que no todo se debe al inferior ESE. En el informe internacional de PISA se muestra una regresión bivariada entre el rendimiento en ciencias y el ESE de los estudiantes. Se observa que los mayores porcentajes de varianza en el rendimiento explicada por el ESE están en Chile, Argentina y Uruguay (de 18,3 % a 23,3 %). El efecto de una unidad del índice ESE en el puntaje de ciencias es alto y significativo para Uruguay, España y Brasil (de 30 a 34 puntos). Esto significa que en estos países por cada unidad que aumente el ESE de los estudiantes, su puntaje aumentaría en 30 puntos aproximadamente. El hecho de que el ESE tenga fuertes efectos sobre el rendimiento de los estudiantes implica que el sistema educativo no es exitoso en cuanto a ofrecer a todos los estudiantes oportunidades de aprender apropiadas y equitativas. Mejorar tanto en calidad como en equidad es uno de los mayores retos que enfrentan los sistemas educativos, y PISA ha mostrado que hay países que han conseguido tener altos rendimientos independientemente del origen de sus estudiantes, es decir, con equidad. Los gradientes socioeconómicos del desempeño de los estudiantes y los perfiles de escuela, que se presentaron a lo largo del presente capítulo, aclaran más el panorama de cada sistema educacional. Para los países latinoamericanos en general, el gradiente1 socioeconómico es convexo; es decir, que tiene distinta tasa de crecimiento: más lento al inicio (menos influencia del ESE en el rendimiento) y más rápida al final (más influencia). En cambio, para los países de la OCDE (España y Portugal) el gradiente es lineal. En los gráficos de perfiles se observa que para la mayoría de los países latinoamericanos 2 los colegios privados tienden a concentrarse a la derecha del eje ESE (alto nivel socioeconómico) y en la parte superior del gráfico (alto rendimiento). En Portugal hay pocos colegios privados y están repartidos en los distintos valores del ESE y en la parte superior del rendimiento. En España hay muchos colegios privados, con comportamiento similar al de Chile. El comportamiento de los colegios rurales es el opuesto, concentrándose en la parte inferior de la escala de rendimiento y en el nivel bajo del ESE (en el cuadrante inferior izquierdo de los gráficos) para la mayoría de los países con excepción de Portugal y, en menor medida, de Uruguay y Brasil. Es importante, por otra parte, el análisis de la proporción de la varianza de los resultados que se sitúa dentro de cada escuela, en comparación con la varianza entre unas escuelas y otras. En la OCDE un 33 % de la varianza en el rendimiento se da entre las escuelas. Entre los países del GIP, Argentina y Chile son los que muestran mayor diferencia en el rendimiento de los estudiantes entre las escuelas (53 %, que equivale a 1 ½ veces más que en el promedio de la OCDE). Menor varianza entre escuelas que en el promedio de la OCDE existe en Colombia, México, Portugal y, especialmente, en España, donde no alcanza a la mitad, con una situación bastante parecida a la observada en los países nórdicos. En este contexto, en España, más que en cualquier país del GIP, para los padres no supone tanta diferencia enviar al hijo a una escuela o a otra, en cambio en los países del GIP sí representa una gran diferencia. Por otro lado, respecto a la varianza en el rendimiento al interior de las escuelas, que en la OCDE es del 68 %, España muestra la mayor diferencia, es decir, dentro de una misma escuela se encuentran estudiantes con muy mal rendimiento junto con otros de rendimiento extraordinario. Por el contrario, la menor variación al interior de las escuelas se observa en México. De entre todos los países del GIP, Chile es el único donde la varianza entre las escuelas es mayor que la varianza al interior de las escuelas. Esto es particularmente grave, pues muestra que el sistema educacional chileno es más inequitativo, ya que la escuela a la que el niño vaya es muy determinante de su rendimiento. Además, el sistema chileno es segregado, ya que las escuelas atienden a niños que son similares entre sí y muy distintos de los de otras escuelas, como lo demuestra el porcentaje de varianza entre escuelas. Esto es un factor explicativo de que los niños de una escuela tengan mucha más diferencia de rendimiento con los estudiantes de otras escuelas que con sus propios compañeros. Esta situación, que puede ser considerada una condición estructural del sistema educativo, puede ser atribuida a varios factores, por ejemplo, las decisiones de las familias o el lugar de residencia, el nivel socioeconómico de los estudiantes que ingresan en las escuelas, así como también políticas de agrupación o selección de estudiantes o la separación de los estudiantes con diferentes currículos, distinguiendo entre formación académica y profesional. En otras palabras, hay un «valor» que la escuela agrega o resta a cada estudiante en particular. En este capítulo se muestran los gráficos que permiten examinar la distribución de los centros escolares según los distintos factores del modelo utilizado. Desgraciadamente, en general solo dos factores tienen influencia significativa en el rendimiento y, salvo para el caso del factor calidad de la enseñanza, también tienden a estar relacionados con el ESE, con lo cual no se sabe cuánto favorecen o no por sí solos. La información que se tiene permite analizar aspectos de igualdad-equidad, que ayudan a entender la realidad de los países. Al analizar el conjunto del GIP, se observa que en la categoría de «bajo ESE», aunque se definió como el 25 % más bajo de los alumnos latinoamericanos, el porcentaje de estudiantes así catalogados varía bastante por país. Junto a lo anterior, se observa que el porcentaje de «bajo rendimiento» (Nivel 1 e inferior) en lectura3 bordea o excede el 50 % en la región, salvo para Chile, Portugal y España (ver Gráfico 4.99). En el mismo gráfico, la línea roja representa el porcentaje de alumnos con bajo ESE, observándose que en Brasil y México la cifra ronda el 40 %, mientras que en España es inferior al 20 %, en Argentina, Chile y Uruguay se sitúa entre el 20 % y 30 %, y en Colombia y Portugal un poco por encima del 30 %. La línea azul, por su parte, representa el porcentaje de estudiantes evaluados en PISA 2006 que se ubicó en el Nivel 1 de desempeño o por debajo del mismo. En este caso, solo España y Portugal tienen porcentajes inferiores al 30 %; Chile entre el 30 % y el 40 %, México y Uruguay cerca del 50 %, y Argentina, Brasil y Colombia cerca del 60 %. Gráfico 4.99 Porcentaje de alumnos con bajos resultados en PISA y con bajo ESE en los países del GIP
La región posee altos índices de segregación socioeconómica (porcentaje de la varianza de ESE que hay entre centros escolares). En el Gráfico 4.100 esto se representa mediante la línea roja, que muestra cifras superiores al 30 % para todos los países latinoamericanos, con Chile rondando el 50 %, mientras que Portugal tiene el 30 % y España se sitúa cerca de la media de la OCDE (24 %). El mismo gráfico muestra la proporción de la varianza de los niveles de logro que se debe a diferencias entre los centros escolares, proporción que es más del 50 % en Chile y más del 40 % en Argentina, Brasil, México y Uruguay. Cerca de la media de la OCDE (36 %) se sitúan Colombia y Portugal; y muy por debajo de ella España, con menos del 20 %. Gráfico 4.100 Porcentaje de la varianza entre centros escolares del ESE y de los niveles de logro en los países del GIP
En el Gráfico 4.101 se observa que en la región el gradiente de las rectas de regresión entre logro escolar y ESE dentro de los centros escolares es muy bajo en todos los países del GIP (menos de 15 o incluso de 10 puntos salvo en Portugal y España, donde es cercano a 20). Esto quiere decir que dentro de cada escuela el nivel de logro no está fuertemente asociado al ESE. En cambio el gradiente de esas rectas entre unos centros escolares y otros es altísimo (sobre 45 puntos para todos los países, y más de 70 en los casos de Argentina, Chile y Uruguay). Esto debe entenderse en el sentido de que hay grandes desigualdades de rendimiento entre unas escuelas y otras. La probabilidad de tener bajo rendimiento para un alumno de bajo nivel de ESE, en comparación con uno de un nivel promedio o superior (el «riesgo relativo»), es 1,4 veces más alta en la región, y más de 2 veces superior en España y Portugal. Siendo así, no sería suficiente subir el nivel del ESE de la región para obtener buenos resultados. Al calcular cuánto disminuiría la prevalencia de los bajos rendimientos («riesgo atribuible a la población») si se eliminara el factor de riesgo (bajo ESE), se observa que, a lo más, la proporción de alumnos de bajo rendimiento podría disminuir alrededor de un 33 % en Portugal, y en el resto de los países del GIP esa proporción de alumnos de bajo rendimiento podría disminuir en menos de una quinta parte o 20 %.
ConsiderAciones finAles soBre el Análisis de los fActores AsociAdos
Los informes internacionales de PISA, así como los derivados de trabajos de evaluación que se llevan a cabo en muchos sistemas educativos nacionales, permiten precisar los niveles de rendimiento de los alumnos en algunas áreas y en ciertos momentos del trayecto escolar, así como algunos factores asociados con dicho rendimiento, incluyendo variables del entorno familiar de los estudiantes y otras relativas a recursos y procesos de las escuelas. Estos informes son importantes, ya que permiten conocer la distribución de resultados educativos dentro de las escuelas y entre ellas, examinar tendencias en los resultados de los estudiantes, evaluar el grado de desigualdad de los resultados educativos entre grupos étnicos, clases sociales o sexos, y distinguir el grado en que el desempeño de los estudiantes está asociado con características del entorno y del sistema educativo. En este capítulo, utilizando datos de PISA 2006, se ha intentado caracterizar el desempeño de los sistemas escolares de los países de Iberoamérica que participaron en ese ejercicio, dar algunas indicaciones de por qué unas escuelas tienen más éxito que otras y analizar las implicaciones de los resultados para las políticas educativas. No obstante, PISA tiene limitaciones importantes, que conviene tener presentes al interpretar sus resultados. Unas limitaciones se refieren a las pruebas con las que PISA mide el rendimiento de los alumnos. Aunque diseñadas cuidadosamente con las metodologías más avanzadas al respecto, la gran diversidad de las circunstancias de los estudiantes de los países que participan, sobre todo en el terreno cultural, plantea retos considerables para asegurar la validez de los resultados. En particular, debe señalarse que las pruebas no fueron diseñadas para evaluar habilidades en niveles muy bajos; y dado que en la mayor parte de los países incluidos en este análisis hay muchos estudiantes que tuvieron calificaciones por debajo del Nivel 1, las puntuaciones resultantes pueden no ser muy precisas para ellos. Es probable que la calificación real de esos alumnos sea más baja que la calculada por PISA, puesto que están en el piso de la prueba o muy cerca de este. De ser así, la forma y el nivel de los gradientes calculados se verán afectados. Otras limitaciones tienen que ver con la forma en que se obtiene la información sobre las variables del entorno y la escuela asociadas al desempeño de los estudiantes. Varias de las medidas utilizadas para evaluar los elementos del modelo de aprendizaje que utiliza PISA son de dudosa calidad, al basarse en las opiniones subjetivas de alumnos y directores, quienes responden a un número limitado de preguntas. La opinión de los directores al referirse a la suficiencia de los recursos con que cuenta su escuela o al grado de responsabilidad pública de la misma no siempre es confiable. En cuanto a las variables medidas a partir del punto de vista de los estudiantes, la relativa a la calidad de la enseñanza se derivó únicamente de dos preguntas sobre las percepciones de los estudiantes respecto a si sus maestros y las materias que estudiaban en la escuela les brindaban las habilidades necesarias para una carrera relacionada con la ciencia. Las medidas de la cobertura del currículo y del tiempo dedicado a la enseñanza parecen mejores, pero las respuestas a las preguntas sobre el interés de los alumnos por las ciencias y la relevancia de estas presentan comportamientos extraños, que sin duda se relacionan en parte con el nivel mismo de desempeño de los que responden, y posiblemente se deban también a diferencias culturales. Las limitaciones de los datos, tanto de las competencias de los alumnos, como de los factores del entorno y la escuela asociados con ellas, tienen consecuencias obvias para la solidez de las conclusiones a las que se puede llegar mediante su análisis; otras limitaciones tienen que ver con los modelos analíticos. Algunos estudios sobre la efectividad de las escuelas dan estimaciones de la proporción de la varianza de los resultados de los alumnos dentro de las aulas y entre las aulas de una misma escuela, así como entre unas escuelas y otras. En la mayor parte de los países, en general, la proporción de la varianza entre aulas es mayor que la que hay entre escuelas (Scheerens, Vermeulen y Pelgrum, 1989). En los estudios de PISA, sin embargo, no se recogen datos en el nivel de las aulas, lo que es una limitación significativa ya que, por ejemplo, cuando los alumnos responden a preguntas sobre la calidad de la enseñanza que reciben, tienen que valorar de alguna manera su experiencia promedio al respecto, teniendo en cuenta los diferentes cursos que están recibiendo. Los análisis que buscan detectar el efecto de variables del ámbito de la escuela –como el tamaño de la clase o la calidad de la enseñanza– se refieren a los grupos existentes y al ambiente escolar prevaleciente en el momento de la aplicación de las pruebas, así como a los cursos que se impartían en ese momento y los maestros que se encargaban de ellos; la puntuación en una prueba de desempeño, en cambio, representa el resultado acumulado de la escolaridad previa, así como de factores del entorno que influyen en el desarrollo de las competencias de los jóvenes desde su nacimiento. Los análisis hechos suponen que el clima y la cultura de la escuela son relativamente estables en lapsos de varios años, lo que puede ser verdad o no. Los comentarios de los párrafos anteriores no demeritan el valor de los resultados de PISA, pero sí señalan la necesidad de perfeccionar la calidad de los instrumentos y de los diseños de los estudios. Dadas las limitaciones de todo estudio transversal, debe subrayarse la necesidad de emprender estudios que sigan en forma individual a ciertos alumnos a lo largo del tiempo, para poder valorar la forma en que se desarrollan las competencias y poder hacer análisis del valor agregado por la escuela. Debe añadirse que los estudios internacionales, que aportan elementos insustituibles al permitir comparar la situación de un sistema educativo con la de otros, no pueden satisfacer todas las necesidades de los tomadores de decisiones. Por ello, además de una participación activa en esos proyectos, que permita hacerlos cada vez mejor, es necesario que cada país desarrolle sus propias evaluaciones.

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