Las evaluaciones estandarizadas se autojustifican afirmando que “aportan elementos para la toma de decisiones en materia política ¿Esto sucede en la realidad? ¿Puede una evaluación ser vista como una amenaza? Bajo cierto contexto ¿Condiciona la enseñanza y los aprendizajes? Los siguientes párrafos hacen su aporte.
La evaluación en base a pruebas psicométicas referidas a
norma está diseñada para seleccionar y no para incluir, por eso, en el contexto
segmentado como los de los sistemas educativos en America Latina o el del
sistema educativo chileno, fomenta la desigualdad. Ella
no sirve para la mejorar la calidad de la educación, no sirve para que los
profesores puedan hacer mejores clases, y habría que agregar que no son útiles
para la gestión. Genera
la ilusión de que se le esta tomando el pulso al sistema, pero solo habita en la irrealidad. Usarlas
como instrumento de gestión solo sirve para identificar posiciones y rankings,
o dicho de otra manera: segregar. Esto tiene como consecuencia generar mucho sufrimiento
inútil e injusto en todos los niveles del sistema.
No hablamos de la evaluación en general pues es conveniente
tener algún tipo de evaluación, sino de una evaluación que tiene como
consecuencia, no mejorar la calidad sino aumentar la presión sobre los docentes
mediante toda una parafernalia de premios y castigos. Es difícil comprender la
lógica de las teorías subyacentes que llevan a pensar que los profesores van a
enseñar mejor si se los castiga (o si se los premia). Es bien conocido en la literatura
del “management” y en la práctica de la gestión de los ministerios y
secretarías de educación, que este sistema no funciona. Algunas veces tiene un
efecto de cortísimo plazo, pero este desaparece rápidamente.
Normalmente se piensa que los premios o los castigos son
considerados incentivos para la acción y aparece como una medida fácil de
implementar. Pero notemos que cuando se dice “incentivos” se esta diciendo que
se utiliza una motivación externa (extrínseca) por parte del sistema para que los
docentes hagan su trabajo. Recién se mencionó que las motivaciones extrínsecas
no funcionan para lo que quieren las autoridades del sistema. Sin embargo, sí
funciona para otra cosa. La motivación extrínseca como instrumento y política
de Estado tiene supuestos y efectos perversos.
1. Disminuye la dignidad
del docente. El supuesto, es que supone que los docentes no están motivados
intrínsecamente (internamente) para hacer su trabajo. Este es un supuesto falso
y tiene un efecto perverso. Tenemos que preguntarnos: ¿por qué suponer que los docentes
no habrían de estar motivados internamente a hacer bien su trabajo? Suponer que
no lo están, como política de estado, es restarle dignidad al docente y a su
labor. Esta perdida de dignidad no se compensa con una mayor remuneración.
2. Mina la motivación
intrínseca. Pero hay también otros efectos perversos, por ejemplo, suponer
sistemáticamente que los docentes no están motivados para hacer su labor, mina
sistemáticamente la motivación intrínseca. Una buena educación depende de la
motivación intrínseca de los docentes. Tener una política que niega esta
motivación intrínseca es una política que estimula una educación de mala
calidad.
3. Rigidiza los
procesos. Poner estándares y aplicarles evaluaciones, no solo fomenta la
motivación extrínseca, sino que también rigidiza y estandariza los
procedimientos. Por una parte, esto es algo que le conviene a los profesores que
no están motivados para responder creativamente a los problemas que le presenta
la enseñanza. Por
otra parte, inhibe a los docentes que sí están motivados, y les “corta las
alas” para encontrar las maneras mas adecuadas de enseñar a los niños, en particular,
cuando se trata de una política curricular constructivista.
4. Destruye el clima de
aula. Enemista a profesores y alumnos y fragiliza la confianza y el vínculo
entre ellos. La facultad de seleccionar alumnos hace que los alumnos “malos”
sean expulsados hacia las escuelas municipales que están obligados a
recibirlos. En un sistema convivial y sano, un alumno con dificultades es el desafío
y la razón de la labor de los docentes en las escuelas mas pobres. Pero en un
sistema que opera sobre la base de juicios relacionados con los puntajes, donde
la supervivencia de un docente depende de que los puntajes de sus alumnos, un
alumno “malo” no puede sino ser visto por el docente como una amenaza y un problema
que ojala “no existiese”.
Autor
Juan Casassus – UMCE, Santiago, Chile
En: Evaluación educativa, segmentación social y pérdida de
calidad
No hay comentarios:
Publicar un comentario