domingo, 6 de septiembre de 2015

¿Para qué sirven las evaluaciones PISA?

Julio Carabaña, uno de los sociólogos de la educación más reputado, ha publicado recientemente la investigación “La inutilidad de PISA para las escuelas”, donde demuestra sólidamente que este programa de evaluación internacional carece de valor para ayudar a mejorar la enseñanza en las aulas y el funcionamiento de las escuelas.
“PISA carece completamente de valor como guía para mejorar la enseñanza a nivel de escuelas y de países, y por tanto de utilidad para los docentes y para los políticos”. Así de contundente se muestra Carabaña, ante la constatación de que las pruebas de este examen miden capacidades muy generales. Capacidades que dependen de la experiencia acumulada en toda la vida del alumnado, desde su nacimiento. Por lo que, como incluso reconoce PISA en sus propias textos “si un país puntúa más que otro no se puede inferir que sus escuelas sean más efectivas, pues el aprendizaje comienza antes de la escuela y tiene lugar en una diversidad de contextos institucionales y extraescolares”.
De ahí la inadmisible pretensión de la OCDE que busca utilizar PISA para “llevar las políticas educativas en una dirección determinada”. No sólo porque las capacidades que mide PISA dependen poco o nada de las escuelas, sino porque ni siquiera dependen de los cambios pedagógicos y políticos que PISA propone. “Este fallo fatal inutiliza completamente a PISA para su objetivo principal, ayudar a la mejora de las escuelas y los sistemas educativos”, afirma este especialista. “No se trata de un fallo secundario o accidental, sino de un fallo esencia, fatal, que convierte PISA primero en un fracaso y, con el tiempo, en un fraude”.
Entonces por qué se sigue utilizando y dando publicidad. El éxito mediático y político de PISA se debe a que los resultados se publican en forma de ranking o clasificación mundial y un sector de políticos los utilizan para justificar sus reformas y atacar las de sus contrarios.
Un total de 83 grandes expertos internacionales en educación enviaron una carta al director del programa PISA, expresando su preocupación por la cada vez mayor influencia que empieza a tener en las prácticas educativas en muchos países. Como resultado de PISA, los países están reformando sus sistemas educativos, buscando soluciones a corto plazo, con la esperanza de mejorar en el ranking, pese a que la investigación muestra que los cambios duraderos en las prácticas educativas necesitan décadas. Además, explican, al centrarse en un reducido conjunto de aspectos susceptibles de ser “medidos”, PISA distrae la atención de los objetivos educativos menos susceptibles o imposibles de ser medidos, tales como el desarrollo físico, moral, cívico o artístico, reduciendo peligrosamente de este modo nuestra imaginación colectiva en torno a lo que es o debería ser la educación.
Otro de los aspectos críticos que apuntan estos expertos es que, en tanto que la OCDE es un organismo económico -a diferencia de la UNESCO o UNICEF-, está naturalmente sesgada a favor del papel económico de las escuelas. Pero preparar a los estudiantes para el empleo no es la única -ni siquiera la más importante- meta de la educación pública. Señalan también que la OCDE se ha aliado para ello con compañías multinacionales con fines de lucro listas para obtener beneficios financieros de los problemas -reales o percibidos- que muestre PISA.
La editorial británica Pearson, la multinacional educativa más grande del mundo, dueña además de Financial Times y The Economist, logró el contrato para los exámenes de PISA 2015, que pagan los ministerios de Educación, y la exclusiva para la creación de la plataforma digital que los sustenta. Pearson no solo redacta los exámenes, también los corrige y aporta las herramientas informáticas para analizarlos. Según el académico canadiense Donald Gutstein, Pearson utiliza PISA como cabeza de puente para manejar los hilos de la educación mundial. Es un plan ambicioso para comercializar sus productos y servicios.
Sus críticos se preguntan por qué una empresa privada y con ánimo de lucro tiene tanta influencia en el sistema educativo público. Diane Ravitch, profesora de Educación de la Universidad de Nueva York, considera que estamos ante “la irrupción de big data [grandes datos] en las escuelas”. Es una fórmula empresarial para desarrollar apps, vender datos de estudiantes y hacer dinero, afirma. De hecho, el capital riesgo ya se ha fijado en este mercado y está entrando a manos llenas en compañías digitales de creación y evaluación de exámenes.
Finalmente, estos especialistas, apuntan que el régimen de PISA, con su ciclo continuo de medición global, está haciendo daño al alumnado y empobreciendo la educación, aumentando aún más el ya alto nivel de estrés en las escuelas, con una presión constante por el rendimiento, lo que pone en peligro el bienestar de los estudiantes y de los docentes. Alertando que esta dinámica supone un riesgo real de matar el placer de aprender, transformando el deseo de aprender en afán de aprobar.
Terminan denunciando que una institución como la OCDE se haya convertido en el árbitro global de los medios y fines de la educación en el mundo, asumiendo el poder de configurar la política educativa mundial, sin debate acerca de la necesidad o de las limitaciones de las metas de esta institución económica. Como plantea el Dr. Hugh Morrison, matemático de la Universidad Queen de Belfast en Irlanda del Norte, o el célebre Dr. Yong Zhao“Es absolutamente impactante y vergonzoso ver a algunas personas, por lo demás racionales y bien educadas, creer que tres puntuaciones de las pruebas de PISA muestran la calidad de sus sistemas educativos, la eficacia de su profesorado, la capacidad de su estudiantes, y la futura prosperidad de la sociedad”.
Debemos reconsiderar este tipo de pruebas y asumir la evaluación como un proceso integral orientado a producir información, contextualizada social y culturalmente, para mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje. La evaluación es parte constitutiva del proceso formativo en las instituciones educativas y una herramienta para reconocer sus avances y dificultades. La evaluación permite identificar los múltiples factores y actores que inciden en ese proceso y diseñar políticas y estrategias orientadas a mejorar las prácticas pedagógicas con un sentido formativo y no culpabilizador de escuelas, docentes y estudiantes. Por eso, la política educativa no se puede extraer de una prueba como PISA. Como toda política se ha de definir mediante un debate democrático en el que la comunidad educativa ha de tener el protagonismo.

Enrique Javier Díez Gutiérrez 
Profesor de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de León y Coordinador del Área Federal de Educación de IU

domingo, 26 de abril de 2015

Regreso a casa, con más PISA

En el siguiente artículo su autor, Mempo Giardinelli, ofrece una visión crítica de las evaluaciones PISA, haciendo hincapié en el uso que se les da a los resultados ¿Se trata de una descripción cabal de la calidad de los sistemas educativos?


Las recientes notas sobre Finlandia, Estonia y Rusia llamaron la atención sobre los Informes PISA (Programme for International Student Assessment) y su presunta relación con la calidad educativa, tan cuestionada aquí por casi toda la oposición.

El asunto es importante y va más allá del actual presente electoral, en el cual sería interesante, y necesario, que la educación adquiriese relevancia como cuestión fundamental para imaginar una Argentina futura.

Por eso es válido retomar el análisis. Por un lado para desmitificar lugares comunes que se repiten tontamente, como que PISA demuestra que nuestra calidad educativa es pésima. Y por el otro para neutralizar discursos paralizantes y sin propuestas que ofrecen como única medida del supuesto desastre lo que no es más que un testeo cuestionable y de dudosa validez para países como el nuestro.

Conviene explicar entonces qué es ese programa, cuáles son sus objetivos y en qué puede ser útil –o no– para un país como el nuestro.

Ante todo hay que recordar que PISA depende de la OCDE (Organización para el Comercio y el Desarrollo Europeo), que es una asociación de países cuyo objetivo común es determinar perspectivas económicas en función de sus intereses, así como “medir la productividad y los flujos globales del comercio y la inversión”. O sea que no se trata de un programa hecho por una institución educativa, ni su propósito es sugerir o proponer reformas educativas.

Fundada en 1961, con sede en París y llamada “el club de los países ricos”, la OCDE está integrada por unos 30 países que en 2012 representaban el 70 por ciento del mercado planetario y el 80 por ciento del PNB mundial. De América latina sólo son miembros México (desde 1994) y Chile (desde 2010), y están abiertas las puertas para el ingreso de Costa Rica y Colombia. No sobra recordar aquí que desde hace años los gobiernos de estos cuatro países priorizan sus Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos por sobre la integración latinoamericana y que, por ejemplo en Chile, siempre mejor rankeado en los PISA, la educación es un negocio privado.

El Programa PISA realiza pruebas estandarizadas a estudiantes de 15 años de edad, en más de 60 países y en los cinco continentes, y ha logrado que su informe (que se difunde cada tres años) sea considerado como un sistema de comparación “objetivo”. Lo cual no es verdad porque se trata de un análisis que solamente considera la calidad de los sistemas educativos en función de valores cuantitativos, sin tomar en cuenta las múltiples peculiaridades, tradiciones, historias y circunstancias de cada una de las sociedades y culturas que se exponen a ese examen, que en esencia no es más que una especie de competición de niveles de inteligencia.

La mayoría de los temas del examen, que dura algo más de dos horas, se puede responder correctamente sin tener en cuenta las peculiaridades escolares de cada nación. De donde los resultados suelen mostrar más bien las diferencias en los IQ (coeficientes de inteligencia) generales de los países, antes que la eficiencia de sus sistemas educativos. Por eso en los PISA a los países de bajos ingresos y/o con muchos inmigrantes, y/o con minorías sociales o pluriétnicas, inexorablemente les va mal. Y les seguirá yendo mal, lo que hace que seguir exponiéndose a la competencia PISA acabe siendo una forma de flagelación de colonizados.

No son pocos los académicos que opinan que PISA no sirve para valorar la calidad real de la educación de un país porque, de hecho, es una competición trienal que no evalúa el conocimiento general de los estudiantes de cada sociedad, y menos aún la aplicación de saberes en función de los intereses de sus pueblos. Está muy bien evaluar niveles de inteligencia, pero no hay que olvidar que el mundo está lleno de personas con altos IQ pero nula conciencia social. Una honesta intención evaluativa, entonces, en países como el nuestro, forzosamente debería tener en cuenta estos aspectos y no nada más cuantificar coeficientes.

Los cuestionamientos a PISA son de índole diversa: unos apuntan al uso político que se les da a los resultados, que establecen rankings pero no aportan ideas educacionales innovadoras; otros subrayan la falta de matices en la formulación de preguntas que ignoran las tradiciones e historias de países tan diferentes; y otros más apuntan a que la comparación de resultados no sirve para determinar el impacto de las políticas educacionales en sociedades tan distintas, ni mucho menos ayudan a tomar decisiones puesto que los resultados de PISA son manipulados inmediatamente por intereses políticos y económicos, y, claro, por charlatanes.

Parece cada vez más necesario que al menos en nuestra América se inicie un camino hacia evaluaciones propias y de acuerdo a las características y necesidades de nuestros sistemas educativos, y teniendo en cuenta las peculiaridades de los desarrollos relativos de cada nación. Un buen sistema de evaluación es necesario, sin dudas, y perfectamente se podría consensuar uno nuevo con los países hermanos de por lo menos la Unasur. Y no con espíritu competitivo sino integrador de las mejores políticas educacionales de cada país. Lo que desde luego ayudaría a mejorar –ésa evaluación sí– la calidad educativa de la región.

Puede que esto parezca todavía algo utópico, si se recuerda que aquí tiene mucha más prensa una cena que recolecta 150 millones de pesos para un candidato, y tiene mucho más poder el perverso sistema de dirigentes, policías y jueces que dan protección mafiosa a los barrabravas que han echado a perder al fútbol argentino. Pero cuando se escucha a cualquier improvisado perorar sobre la “mala calidad educativa” con tal de pegarle al gobierno K (que más allá de errores es el que más ha hecho por recuperar la educación pública después de dos décadas desastrosas), se impone recordar que el desastre educacional argentino se lo debemos al autoritarismo y la censura de la dictadura primero, y a la Ley Federal de Educación menemista de 1992 después. Ese, que ahora amenaza retornar por vía electoral, es el sistema todavía imperante, abstruso y falsamente federal porque en él disputan intereses 24 ministerios de educación y decenas de organizaciones gremiales.

De ahí que resulte tan curioso el hecho de que, al menos en este país, PISA sigue siendo aceptado como modelo de parangón, no sólo por oportunistas opositores sino también, y sorprendemente, por el gobierno nacional.



Extraído de

Página12 Buenos Aires el 30/3/15

jueves, 26 de marzo de 2015

Carta de los ministros de Educación al responsable de las evaluaciones PISA


Las evaluaciones en Educación deben perseguir la finalidad de obtener mejoras, ¿Las pruebas PISA son utilizadas con ese sentido? ¿Para qué se confeccionan los “ránkings”? A continuación transcribo la declaración de los Ministros de Educación del Mercosur


Andreas Schleicher
Advisor to the Secretary General on Education Policy Deputy Director for Education and Skills
OECD
2, rue André-Pascal, Paris Cedex 15, France

Estimado Andreas,

Nos dirigimos a usted a fin de presentarle las principales reflexiones surgidas en el marco del "SEMINARIO MERCOSUR: POLÍTICAS DE EVALUACIÓN EDUCATIVA EN LA REGIÓN" en el que participaron autoridades y representantes de los Ministerios de Educación de la región.

Este seminario se realizó el día 18 marzo del corriente año, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina, a partir del acuerdo realizado en el Sector Educativo del MERCOSUR, durante las Reuniones de Ministros de Educación de los países del bloque (Acta N° 01/12 Y Acta N° 02/12).

Presentamos a continuación las principales reflexiones surgidas en esa ocasión:

1.- La evaluación a estudiantes de 15 años, en el caso de nuestra región, encierra diferencias significativas en relación a su trayecto educativo y a su escolaridad. Las recientes políticas de universalización de la educación básica y las estrategias para abatir la deserción, lograron que avanzáramos en la inclusión y reinserción de los estudiantes con rezago escolar.

Sería deseable que, al informar los resultados, se considerara en forma separada la información de las siguientes poblaciones: a) población de 15 años que se encuentra en el grado/año correspondiente a su edad teórica y b) población de 15 años que presenta rezago escolar. Permitiría obtener más información en relación a los sistemas educativos y acotaría las diferencias con los países que tienen universalizada la educación obligatoria.

2.- No compartimos la forma de presentación de resultados, poniendo el foco en los rankings de países. Es importante conocer las experiencias y los resultados de otros países para comprender mejor nuestra realidad, no obstante el efecto de la difusión de los resultados presentados de esta forma no contribuye a generar un ámbito de análisis y debate reflexivo, promoviendo más bien la competencia.

Se deberían buscar modalidades de divulgación que no se centren en la posición relativa de los países y que contemplen las diferencias estructurales de cada país.

En todo caso, los ordenamientos a priorizar deberían ser aquellos que tienen en cuenta el contexto socioeconómico y cultural de los países, no sólo de los estudiantes. Estas tablas fueron incluidas, en el caso de PISA 2009, en el Volumen U, por lo cual pasan inadvertidas para la mayoría de los usuarios. Algo similar podría ocurrir en cuanto a la participación de países y de ciudades, estados o regiones que no podrán incluirse en las mismas tablas.

3.- Dada la creciente participación de países que integran el MERCOSUR y la diversidad cultural de los pueblos, se debería asegurar que las pruebas incluyan situaciones apropiadas a los contextos de vida de los jóvenes de la región.

Una de las preocupaciones constantes de nuestros representantes en las instancias técnicas y políticas de PISA ha sido atender la adecuación de las situaciones planteadas en las pruebas a los contextos socioculturales de nuestros estudiantes. Este es un aspecto que debería ser mejorado, para que los resultados que produce el estudio nos proporcionen mejor información sobre el desempeño de nuestros jóvenes.

4.- Entendemos necesario que se permita la diversidad de software de aplicación de las pruebas en modalidad digital para que no constituya una limitación para los países, incluyendo el software libre y abierto entre las posibles aplicaciones.

Estas propuestas pretenden mejorar la aplicación de una prueba internacionalmente reconocida. Los países de la región que participan en las Pruebas PISA lo hacen con entera conciencia de su valor. Al mismo tiempo, deseamos a través de estas reflexiones, contribuir a un mejor aprovechamiento de los resultados de las pruebas para informar adecuadamente a la sociedad y para promover un reflexión constructiva en la búsqueda de una educación de calidad.

Sin otro particular, lo saluda con la más alta estima.

Ministro de Educación de la República Argentina
Ministro de Educación y Cultura de la República Oriental del Uruguay
Ministro del Poder Popular para la Educación Básica de la República Bolivariana de Venezuela Ministro de Educación de la República Federativa de Brasil

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