Ana María Aceves Estrada es la flamante directora general de Evaluación
de Políticas de la SEP. Fue, además, vendedora diamante de Amway. El
pasado 21 de marzo participó en el foro Evaluación universal en el marco de la
reforma educativa, organizado por el Senado y la Coordinadora Nacional de los
Trabajadores de la Educación (CNTE). Aunque llegó tarde a la reunión, fijó la
posición de las autoridades educativas ante la evaluación universal.
La
licenciada Aveces justificó la evaluación diciendo: tenemos que ser
conscientes de que los padres, las madres de familia, la sociedad organizada,
incluso los propios legisladores, la sociedad en general y muchos maestros
están demandando mayor calidad educativa; eso es un hecho, no podemos cerrar
los ojos ante ello.
Sostuvo
que lo que la SEP quiere evaluar es lo que un maestro debe conocer de su
práctica docente; son los planes, los contenidos y los programas de estudio. Se
trata de detectar fallas y capacitar a los mentores.
Sin abrir
resquicio alguno a la negociación sentenció categórica, sin fundamentos legales
o pedagógicos: la evaluación universal va.
La
funcionaria tuvo que escuchar pacientemente las quejas de los maestros de la
CNTE. Paratranquilizarlos dijo que la evaluación que se les aplicará no es
para correrlos ni para exhibirlos ni para afectar sus derechos laborales. Les
aseguró que los resultados obtenidos no van a ser divulgados de manera
denigrante.
Los
reclamos de los profesores tienen tras de sí una historia. Desde hace unos
años, las autoridades de la SEP han filtrado a la prensa, sin proporcionar el
contexto de su aplicación, los resultados de los exámenes de admisión para
ocupar nuevas plazas, presentando a los aspirantes como un ejército de
perdedores y reprobados.
Incrédulos
como son, los trabajadores de la educación desconfían de ella y de las
autoridades educativas. Para muchos de ellos, la trayectoria profesional de la
directora general de Evaluación de Políticas de la SEP es suficiente para ser
incrédulos.
Perteneciente
a una generación de funcionarios públicos creyente en el mercado como escuela
de virtud, Ana María Aceves tiene como uno de sus méritos para ocupar su puesto
haber sido distinguida con la designación de vendedora diamante de
Amway.
La
American Way, como se sabe, es una compañía de marketing, que
comercializa productos para la salud, la belleza y el cuidado del hogar, basada
en la venta directa de persona a persona. La empresa ha sido fuertemente
cuestionada en los países donde opera y en Estados Unidos ha sido obligada a
cambiar sus prácticas comerciales. Los vendedores diamantes son las
estrellas de la corporación.
Aceves
comenzó a trabajar en la Unidad de Servicios Educativos a Descentralizar de San
Luis Potosí (USEDSLP) en tareas poco relevantes. Según narra Eduardo José
Alvarado Isunza, escaló puestos en la institución con el apoyo de José Luis
Cervantes, delegado de la unidad y asesor privilegiado de Carlos Jonguitud
Barrios, durante muchos años cacique sindical y hombre fuerte del estado. Con
Cervantes, Ana María montaba a caballo en el rancho del funcionario en
Ozuluama. Mientras, se ganaba unos centavos de más vendiendo en las
oficinas cremas blanqueadoras y pastas de dientes.
La hoy
directora general de Evaluación de Políticas de la SEP tejió una eficaz red de
relaciones políticas y administrativas, desplegó exitosamente su talento para
los negocios y estudió la licenciatura en administración en la Universidad del
Centro de México, sorteando los retos educativos con el apoyo de varios
maestros. Así fue designada secretaria de Educación de San Luis Potosí durante
la administración de Fernando Silva Nieto. Según Carlos Torres, la licenciada
Aceves promovió, siendo secretaria de Educación, una estructura comercial de la
firma trasnacional con funcionarios y personal de la misma secretaría, quienes
en sus ratos libres vendían los productos. Tiempo después, ya en
plena era de los gobiernos panistas, saltó a la SEP, para hacerse cargo de las
evaluaciones.
Desde su
influyente cargo en la SEP, Ana María Aceves se ha dedicado a vender las
virtudes de la evaluación universal como si fueran productos de belleza. De la
misma manera que en el pasado se tragó completa la propaganda de la empresa
trasnacional para la que trabajaba, ahora se dedica a publicitar las recetas
educativas expedidas por organismos multilaterales como el Banco Mundial y la
OCDE, como si fueran la panacea a nuestros problemas de enseñanza.
Ofrezca lo
que ofrezca la vendedora Aceves, la evaluación universal pretende despedir a
los maestros de base. No son sospechas. La CNTE ha documentado que los
compromisos internacionales del gobierno mexicano con la OCDE que sustentan la
evaluación universal establecen expresamente la disposición de despedir a los
maestros que no cumplan con el nivel señalado.
Pero, más
allá de la desconfianza que a los maestros democráticos provoca en lo
particular la funcionaria encargada de las evaluaciones de la política
educativa nacional y vendedora diamante de Amway, su incredulidad se extiende
hacia las autoridades educativas en su conjunto. Se trata de un recelo
institucional. La disidencia no confía en la imparcialidad y objetividad de la
SEP y el SNTE para la evaluación.
Su
rechazo, sin embargo, va más allá: proviene de la evaluación universal misma,
pues se trata de una medida que rompe las conquistas laborales, mina la
estabilidad en el empleo, precariza el trabajo y desnaturaliza el sentido de la
actividad docente. Deja sin futuro a los maestros, sobre todo a los que comienzan
a serlo.
La CNTE no
se opone a la evaluación. Por el contrario, propone un ejercicio integral y
plural, construido sobre la base de las identidades múltiples que constituyen
la identidad nacional. Una evaluación que surja desde las escuelas y regiones y
converja a nivel estatal y nacional como parte de un proceso de recuperación de
la educación desde abajo. Algo que, por supuesto, Miss Amway y los tecnócratas
educativos de la derecha no pueden digerir.
Por: Luís Hernández Navarro
Fuente:
http://www.jornada.unam.mx/2012/03/27/opinion/020a1pol
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