miércoles, 10 de agosto de 2011

Hay que leer para aprender, no al revés

Una entrevista con el inventor de las pruebas de evaluación estudiantil PISA.
Debemos evaluar pensando en mejorar, los resultados son indicadores que arrojan luz sobre los procesos, aunque la mayoría de las veces se usan para validar o denostar políticas. Por otra parte el entrevistado dice en un momento “Los cambios se producen cuando los docentes abrigan altas expectativas, comparten una meta y creen colectivamente en su capacidad de influir decisivamente sobre sus alumnos”,expone la necesidad de actuar colegiadamente y esto es necesario, pero no suficiente, hay mandatos sociales que reciben los alumnos que tal vez sean más influyentes. Transcribo el reportaje publicado en el diario uruguayo “El País”

 "El experto en educación más influyente que usted nunca conoció". Así definieron en algún momento a Andreas Schleicher un alemán que dirigió el equipo que diseñó el examen PISA, que regularmente pone a prueba los conocimientos y destrezas de los liceales. Y de paso califica el sistema educativo de todo un país.

-¿Por qué es que, a pesar de que las pruebas PISA ya tienen más de una década de existencia, siguen causando controversias?
-Los juicios acerca de la calidad de la enseñanza serán siempre debatidos. Pero es importante notar que el debate sobre las pruebas PISA ha cambiado sustancialmente. En 2000, la discusión se centraba en lo apropiado o no de las metodologías, en su apropiación cultural y en lo justo o injusto de comparar a diferentes países entre sí. Hoy, sin embargo, los métodos PISA son generalmente aceptados y el foco de la discusión pasó a ser qué hacer a partir de los resultados: cómo incrementar la excelencia, la equidad y la eficacia de la educación.

-En Uruguay, un experto en temas de educación dijo que las pruebas PISA son una "herramienta del imperialismo". ¿Cómo reacciona ante afirmaciones de ese tenor?
-Las pruebas PISA evalúan algunas competencias claves, saberes que contribuyen al éxito individual, y lo hacen regularmente y en un marco internacional desarrollado por países en todo el mundo. Solo una minoría de las tareas de una prueba PISA fueron originalmente elaboradas en Europa.

-¿Qué es lo que se mide y evalúa?
-Estas pruebas se enfocan en habilidades de alfabetización, definidas como la capacidad de los jóvenes de acceder, integrar y evaluar información, pensar de manera imaginativa, formular hipótesis, descubrir y comunicar sus pensamientos e ideas efectivamente. La razón de este enfoque es que en el mundo moderno, estas son competencias que tendrán una influencia significativa en las vidas de los jóvenes.

-Tal vez usted esté al tanto de que Uruguay ha adoptado la idea de Nicholas Negroponte de "Una laptop por niño", ahora extendido también a liceales. ¿La familiaridad con la tecnología puede contribuir a mejorar los resultados de las pruebas PISA en el futuro?
-La tecnología puede facilitar los procesos de aprendizaje, puede hacer de éste un proceso más interactivo, y llevar los conocimientos más actuales a las manos de los estudiantes. Pero la tecnología no sustituirá a los buenos profesores.

-¿Cómo explica que un examen así pueda dar cuenta fielmente de la calidad del sistema de educación en un país determinado? ¿Cuáles son las principales razones para eso?
-PISA no puede dar cuenta de la totalidad de las competencias que harán que los jóvenes tengan éxito en su futuro. Sin embargo, las competencias que PISA sí evalúa son indicadores bastante certeros del futuro éxito de los estudiantes.

-¿En qué se basa para decir eso?
-En 2000, 29.300 estudiantes canadienses participaron de las pruebas PISA. Cuatro años después, se investigó la asociación entre los resultados finales del ciclo educativo de esos alumnos y qué performance de lectura tuvieron en las pruebas PISA. La investigación demostró que aquellos estudiantes que sacaron buenos resultados en el nivel 1 de lectura tenían hasta el doble de probabilidades de estudios post-secundarios. Esas mismas probabilidades aumentaban por ocho para aquellos que habían demostrado excelencia en el nivel 4 y por 16 para los que se destacaron en el nivel 5. Otra dato interesante de esa investigación es que el porcentaje de jóvenes que habían completado el ciclo básico a los 19 años aumentaba con cada mejora en las pruebas de lectura de PISA. Otro resultado a destacar es que la performance en las pruebas PISA es mejor indicador para el subsiguiente desempeño académico del estudiante, que una evaluación hecha por un profesor.

-¿Usted ha modificado el examen con el correr de los años?
-Ciertamente. El mundo sigue cambiando y con él, las habilidades que los jóvenes necesitan para ser exitosos. De manera análoga, las metodologías que usamos para evaluar a los jóvenes continúan desarrollándose.

-¿De qué manera cambiaron estas pruebas?
-Tome la lectura como ejemplo. Antes, uno podía decirles a los estudiantes que buscaran cierto tipo de información en una enciclopedia y se podía confiar, generalmente, en que la información era veraz. Hoy, ser alfabeto es poder manejar una estructura de información no-lineal, armando una representación mental propia de la información a medida que se avanza entre los hipervínculos de internet. Es, también, poder manejar la ambigüedad, interpretar y resolver piezas de información conflictivas que encontramos en la red. En el pasado, ser alfabeto era aprender a leer. Un conjunto de habilidades técnicas que un individuo adquiría una única vez para toda una vida, para procesar un cuerpo estable de conocimiento codificado. Hoy, se trata de leer para aprender, o sea la capacidad para identificar, comprender, interpretar, crear y comunicar conocimiento usando materiales escritos asociados a situaciones que varían de acuerdo a distintos contextos. El desarrollo de los exámenes PISA refleja esos cambios. Las habilidades de lectura digital casi no importaban en el año 2000. Hoy comprenden una parte importante de los exámenes.

-¿Qué tipo de recomendaciones hacen usualmente a partir de los resultados?
-Los resultados de las pruebas PISA sugieren que aquellos centros educativos -y países- en los cuales los estudiantes trabajan en un clima que se caracteriza por las altas expectativas de los resultados académicos, la disposición a esforzarse, buenas relaciones entre alumno y profesor y una alta moral del cuerpo docente, tienden a obtener mejores resultados.

-¿Y qué dice usted, o el equipo que usted dirige, cuando un país obtiene resultados considerados malos o insatisfactorios?
-Creo que la mejor manera de responder a esa pregunta es considerar la respuesta anterior. Hay que contrastar los resultados insatisfactorios con aquellos que se obtienen en los países que sacan los mejores puntajes.

-¿Y cómo se podría comenzar a instrumentar eso nivel nacional?
-Muchos países se han embarcado en un proceso de cambios en lo que hace a la preocupación pública y gubernamental: del mero control sobre los recursos y los contenidos de la educación hacia un enfoque que toma más en cuenta los resultados. Se han tomado medidas para articular las expectativas que la sociedad puede tener sobre los resultados de los procesos educativos, para traducir esas expectativas en metas y estándares educativos.

 -¿En qué casos concretos está pensando?
-En Finlandia, por ejemplo. Ahí el pensamiento estratégico y la planificación están presentes en cada uno de los niveles del sistema educativo. En todas las escuelas se discute sobre la expectativa nacional sobre la educación, cuál es el estándar deseado por finlandeses y qué significa ese estándar. A su vez, cada decisión es tomada en el nivel de aquellos que están en las mejores condiciones para implementarlas. Es importante, en más y más países, que el sistema habilite a los centros educativos a liderar el proceso de mejora de la educación.

-¿Qué otras medidas se pueden emular?
-En muchos de los sistemas educativos con altos resultados se construyen intervenciones eficaces a nivel escolar, dándoles a aquellos que no llegan al estándar deseado un sistema de apoyo efectivo. En algunos casos se va aún más allá y se interviene a nivel personal, individual, desarrollando procesos y estructuras dentro de la institución educativas que permiten identificar cuándo un estudiante comienza a quedar atrás.

-¿Pero eso no ocurre ya en aquellos países con recursos para ello?
-Por supuesto, hay muchos centros educativos y profesores con currículum y métodos pedagógicos diseñados especialmente para satisfacer las necesidades de niños y jóvenes exitosamente. Con todo, lo que distingue a los sistemas educativos de Victoria (Australia), Alberta (Canadá) o el finlandés, es que han impuesto estas prácticas de manera sistemática. Hay un sendero claramente marcado, y se cultiva la motivación de los estudiantes para que éstos aprendan durante toda su vida.

-¿Entonces hay métodos, protocolos, a seguir que garantizan el éxito?
-Intervenir y apoyar no significa aplicar métodos pre-empaquetados en una secuencia mecánica. Se trata de diagnosticar los problemas y diseñar soluciones acorde a esos problemas. Claro que es un desafío muy grande. Los profesores necesitan primero saber qué debilidades específicas tienen sus propias prácticas. Eso a menudo no solo significa crear conciencia acerca de lo que hacen, sino cambiar la mentalidad subyacente. También tienen que comprender cuáles son las mejores prácticas, y se ha investigado que eso se alcanza a través de demostraciones y trabajos en un contexto auténtico. Y, tan importante como lo que he dicho hasta ahora: los docentes tienen que estar motivados para hacer esos cambios. Esa motivación no se alcanza únicamente con incentivos materiales. Los cambios se producen cuando los docentes abrigan altas expectativas, comparten una meta y creen colectivamente en su capacidad de influir decisivamente sobre sus alumnos.

-¿Y cómo se alcanza ese nivel de motivación?
-Hay que comprometerse con la idea de la profesionalización docente, en el sentido de equiparar a éstos con otras profesiones en el diagnóstico, las prácticas basadas en evidencia empírica y el orgullo profesional.


Perfil

Según alguna de las notas publicadas sobre Schleicher, la trayectoria de este jerarca de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) comenzó cuando asistió una vez a una charla del "cientista educacional" británico Thomas Neville Postlethwaite quien, como el propio Schleicher, ideó un test para evaluar conocimientos y fundió y presidió la Asociación Internacional para la Evaluación del Logro Académico (IEA, por su sigla en inglés). Schleicher no se destacó como alumno hasta que entró en una escuela alternativa, en donde descubrió su vocación académica: los números y los cálculos. Estudió Física y aunque no llegó a ser brillante, sí mejoró notablemente su rendimiento académico. La charla a la que asistió por curiosidad, ocurrió en 1986. El alemán tuvo una revelación: "Vi que alguien aplicaba el enfoque de las ciencias duras a un tema humanístico, como la educación". Diez años después, Schleicher entró a la OCDE y junto a colegas, convencieron a las jerarquías de invertir en el diseño de un examen que midiera, antes que cómo y cuánto se invertía en educación, lo que los estudiantes habían aprendido. El primer examen PISA fue en 2000.



Autor
Fabián Muro
Diario El País Uruguay




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