En el modelo de Gardner las inteligencias se pueden dividir
en siete áreas principales, es importante recordar, no obstante, que Gardner
puntualiza que ese listado no es taxativo, es decir, pueden surgir nuevos tipos
de inteligencia; ello demuestra que desde la postura de Gardner la inteligencia
deja e ser un concepto estático para convertirse en un modelo dinámico. En la
misma línea de pensamiento, Campbell y Campbell describieron que según Gardner,
la inteligencia implica la habilidad de resolver problemas, de hacer
contribuciones a la comunidad y de identificar nuevos desafíos por perseguir.
Los autores sostienen que la definición de Gardner se centra en un proceso
dinámico (resolver problemas y contribuir a la comunidad a la que uno
pertenece), no limitando la inteligencia a un valor estático y cuantificable.
En una entrevista, Gardner sostuvo que: “Estoy siendo un tanto provocativo
intencionalmente. Si hubiera dicho que hay siete clases de competencias, la
gente hubiera bostezado y dicho ‘sí, sí’. Pero llamándolas ‘inteligencias’
estoy diciendo que nos hemos inclinados a colocar en un pedestal una variedad
llamada inteligencia, y que en realidad hay una pluralidad de estas, y algunas
son cosas en las que nunca hemos pensado como ‘inteligencia’ de manera absoluta”.
Armstrong luego explica que en definitiva, lo que Gardner postuló es una
versión mas sofisticada y mejorada de la concepción de la inteligencia dividida
entre ‘cerebro izquierdo’ y ‘cerebro derecho’
(Armstrong). El alumno, teniendo en cuenta el concepto de
inteligencias múltiples, ya no es visto como un agente que absorbe datos que le
son suministrados, sino que construye su propio aprendizaje; el aprendizaje ha
dejado de ser entendido como un mecanismo para la acumulación de hechos y
verdades, por el contrario, el conocimiento es visto como el producto de las
interpretaciones que los propios estudiantes generan cada vez que se enfrentan
a la información que les es presentada en diferentes contextos.
Ahora bien, ¿Cómo puede el docente describir las
inteligencias múltiples de sus alumnos? Armstrong reconoce que cuando sus
alumnos empiezan la escuela, ya cuentan con formas de aprender que se vinculan
más con un tipo de inteligencia específico que con otro. Armstrong menciona
este punto con lo que “Howard Gardner
llama proclividades o inclinaciones hacia inteligencias especificas, desde una
muy temprana edad” (Armstrong). Tanto Gardner como Armstrong concuerdan en
que la mejor herramienta con la que cuentan los docentes para identificar estas
áreas de fortalezas de los alumnos es la observación. Con
lo cual, la inquietud que surge es ¿hasta qué punto las evaluaciones
estandarizadas priorizan la observación y el criterio del docente a la hora de
evaluar el nivel de aprendizaje de los alumnos? Más allá de la observación,
Armstrong sugiere otras herramientas adicionales que el
docente debería utilizar para evaluar el rendimiento de sus alumnos. Por
ejemplo, establece que “si los alumnos muestran una capacidad particular para
contar historias o cantar canciones, grábelos y guarde el casete como
documento. Si los alumnos tienen habilidad para dibujar o pintar, guarde
algunos ejemplos de su trabajo o sáqueles fotografías o diapositivas (…) En
ultima instancia, la información evaluativa de las IM consistirá de varias
clases de documentos, incluyendo fotos, dibujos, muestras de trabajo escolar,
casetes de audio, videos, fotocopias color y otros mas” (Armstrong).
En otro trabajo, Hackney Gray mencionó otra desventaja de
las evaluaciones estandarizadas para considerar diferentes tipos de aprendizaje.
Es decir, por ejemplo, sostuvo que el estilo de aprendizaje de los nacidos
entre 1987 y 1998, tienen un estilo aprendizaje basado en los medios. Este tipo
de aprendizaje implica una construcción activa del conocimiento a través del
aprendizaje colaborativo, y por ejemplo, el aprendizaje de múltiples
perspectivas para lograr a través del pensamiento critico, un entendimiento de fenómenos
sociales. No obstante ello, el enfoque de elección múltiple, que sirve de
estructura de la gran mayoría de evaluaciones estandarizadas, no permite a que
los alumnos vuelquen múltiples perspectivas, y rara vez pueden manifestar
libremente el resultado de la puesta en marcha de su pensamiento crítico.
Si bien es cierto que existen por separados tests
estandarizados que permiten evaluar diferentes tipos de inteligencias, como ser
la Escala de Inteligencia de Weschler para niños, el cual incluye sub tests que
requieren inteligencia lingüística, inteligencia lógico-matemática e inteligencia
espacial, “no hay en el mercado un ‘megatest’ que pueda ofrecer un panorama
comprehensivo de las inteligencias múltiples de los alumnos” (Armstrong). De
ello se desprende un problema central de las evaluaciones estandarizadas, dado
que no pareciera existir una relación coherente entre el tipo de enseñanza que
se pretende que los alumnos reciban y el tipo de evaluación que se les impone.
Por ejemplo, en el Estado de Nueva York un millón doscientos mil estudiantes
vieron cambios en la manera en la cual se les debía ensenar a leer. Si bien
existen debates pedagógicos acerca de cual es la mejor manera de enseñar a
leer, no es incoherente afirmar, que probablemente existan casos en los que el
mejor método para aprender, no se corresponde con el mejor para la mayoría de
las personas. Es decir, como bien sugiere Meier, tanto en la educación como en
la medicina, no siempre una solución es la mejor para todos. En esos casos, precisamente,
es el ojo clínico del buen medico, y por lo tanto de buen docente, el que debe
adaptar el tratamiento a las necesidades especificas del paciente. No obstante
ello, el afán de estandarizar persigue, al menos implícitamente, minimizar el
rol de ese ojo clínico del docente. En una postura un tanto más radical,
Dworkin sostiene que las evaluaciones estandarizadas pueden ser utilizadas como
un mecanismo de discriminación negativa, dado que, en definitiva, perjudica
claramente a aquellos alumnos que tienen problemas con el tipo de evaluaciones
de elección múltiple. Si bien es cierto que no es estrictamente necesario que
todas las evaluaciones estandarizadas sean de elecciones múltiples, es un hecho
de la realidad que por lo general, más aún si se tiene en cuenta la cantidad de
exámenes que se deben corregir a nivel estatal, lo son.
Es importante también tener en cuenta la importancia de
reconocer que una educación basada en el concepto de inteligencias múltiples se
basa en las fortalezas del educando. Tanto la motivación como el entusiasmo no
son ajenos a los resultados que los alumnos obtienen a través del proceso
educativo. Paris sostuvo que la motivación y la perseverancia del estudiante,
así como el contenido y el ajuste de la tarea, tienen efectos fuertes sobre el
aprendizaje. Similarmente, Armstrong afirmó que las evaluaciones estandarizadas
estimulan “el aprendizaje extrínseco (por ejemplo, aprender a aprobar un test
con notas altas [mientras que las evaluaciones autenticas] estimula el
aprendizaje por sí solos. [A su vez, las evaluaciones
autenticas] ofrecen experiencias interesantes, activas, vividas y excitantes
[mientras que los tests estandarizados] crean tensiones que afectan negativamente
el desempeño del niño”. Por último, Ruggieri describió como al utilizar libros
de cómics, sus estudiantes pudieron utilizar métodos novedosos para hacer un
análisis de las críticas a cuestiones de importancia social. Lo novedoso del
recurso elevó el interés de los alumnos; de hecho, el 99% de los alumnos cumplió
con el deber de buscar cómics y hacer un análisis al respecto, mientras que el
promedio habitual de cumplimiento del grupo era 15% inferior. En suma, el
promedio en los resultados de los alumnos creció un 5 %. Es decir, a través de
la implementación de estos métodos alternativos de evaluación, un sector
importante de la literatura ha entendido que se logra aumentar el grado de
motivación del alumnado.
En resumen, a través de las evaluaciones estandarizadas se
busca lograr una alta calidad de enseñanza para todos los alumnos. Ello, sin
embargo, requiere que el docente se adapte a las necesidades especificas del
alumno (lo cual concuerda con una enseñanza basada en las inteligencias
múltiples), sin embargo, por otro lado el concepto de estandarización se suele
materializar en una exigencia a los alumnos para que demuestren lo que han
aprendido
por medio de tests concentrados principalmente en dos tipos
de inteligencia: la inteligencia lógico-matemática y la inteligencia
lingüística. Concordantemente Gardner y Hatch, en un trabajo publicado en 1989
demostraron que en las escuelas se utiliza prácticamente dos tipos de
simbología: simbolización lingüística y simbolización lógica matemática,
dejando de lado muchos otros tipos de simbologías que son importantes en la
actividad cognitiva del ser humano. Lógicamente uno podría decir que es
imposible contemplar todos los tipos de inteligencias de los alumnos en estas
evaluaciones; justamente esa es la crítica central: la estandarización no
contempla el hecho que los estudiantes tienen diferentes habilidades, y por lo
tanto, no son “bienes” homogéneos.
Extraído de
Evaluaciones Estandarizadas: Seis Reflexiones CríticasIgnacio Barrenechea
George Washington University (GWU).
Archivos analíticos de políticas educativas
Revista académica evaluada por pares, independiente, de acceso abierto y multilingüe
Arizona State University
Volumen 18 Número 8