La desigualdad de resultados académicos, la
segregación escolar por nivel socioeconómico y cultural o la relación del
trabajo y el AET son algunos de los asuntos de los que hablamos con José
Saturnino Martínez, profesor de la Universidad de La Laguna.
Todo el mundo quiere equidad educativa, el debate
es qué entendemos por ello. José Saturnino Martínez ha dedicado gran parte de
su vida a analizar las desigualdades que se resisten a desaparecer de la
escuela y a desmitificar, con datos, los prejuicios que hemos asumido en torno
al funcionamiento del sistema público de enseñanza. Este profesor de Sociología
experto en educación, que imparte clases en la Universidad de La Laguna (ULL) y
fue asesor en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, insiste en la necesidad
de poner el foco en el origen del alumnado para combatir las diferencias
“injustas” y evitar la segregación desde la escuela, de manera que el ascensor
social funcione para quienes están en los pisos inferiores.
Estamos saliendo de una dura crisis y ya nos
anuncian otra. ¿Qué efectos han tenido los recortes en el sistema educativo,
tanto desde el punto de vista del fracaso o éxito del alumnado por clase social
como del papel de las familias a la hora de compensar el logro educativo de sus
hijos?
La ratio de estudiantes por aula ha aumentado y los
profesores tienen más horas de clase, es decir, se ha tensado la capacidad del
sistema. Sin embargo, desde el punto de vista del fracaso escolar
administrativo (no acabar la ESO) los resultados han mejorado, así como ha
disminuido la repetición de curso, y las competencias, tal como las evalúa PISA
no se han visto afectadas. Desde el punto de vista de la desigualdad, ha
aumentado la distancia entre el nivel de fracaso escolar y de repetición de
curso del alumnado de familias de bajo nivel cultural con respecto a las de
alto nivel. Pero desde el punto de vista de las competencias, ha mejorado el
alumnado resiliente (de bajo origen social que obtiene buenos niveles de
competencia). Por otro lado, la inversión de las familias en los estudios de
sus hijos ha crecido, mientras reducían otras partidas de gasto familiar. Como
vemos, son unos resultados complejos, que llevan a revisar lo que dábamos por
supuesto de la crisis. La bajada generalizada del fracaso escolar se explica
posiblemente por el aumento del paro, que ha llevado a que los adolescentes
sean más conscientes de la importancia de la educación y a que tengan menos
posibilidades de encontrar empleo si no acaban la ESO. Con respecto a la
estabilidad en las competencias y la mejora de indicadores de equidad, no
tenemos una explicación clara, más allá de entender que lo que sucede en la
escuela no impacta tanto en ellas, como señala Julio Carabaña. En cuanto a la
repetición, no he visto una explicación clara para entender por qué disminuye
al tiempo que aumenta su desigualdad social (a similares niveles de
competencia, repiten más los adolescentes de bajo origen cultural).
En relación a ello, ¿podríamos decir que la
compensación del logro educativo ha venido más por parte de las familias ricas
mientras que las más pobres se han resignado más?
Esto no es un fenómeno que se dé especialmente
durante la crisis, es una cuestión estructural. Desde los años sesenta en
Sociología de la Educación ha quedado más o menos establecido que las familias
de clase media y alta tienen estrategias por fuera de la escuela para compensar
los malos resultados educativos de sus hijos.
El abandono educativo temprano descendió
notablemente en España durante la crisis: ya no había alicientes para abandonar
la enseñanza porque el mercado -construcción, servicios…- dejó de absorber a
los jóvenes. ¿Hay riesgo de que volvamos al punto de partida? ¿Hasta qué punto
este indicador es adecuado para medir esta realidad en España?
Efectivamente, el riesgo está, pues no ha habido
cambios estructurales en el sistema educativo. Hay dos factores a tener en
cuenta, por un lado, el nivel educativo de las familias está aumentando
rápidamente, debido a que el alumnado actual desciende de quienes se escolarizaron
bajo la expansión educativa de los años setenta y ochenta. Esto lleva a una
disminución del abandono, pues hay menos familias de bajo nivel educativo. Por
otro lado, lo importante no es tanto el nivel de paro, sino el diferencial del
nivel de paro entre quienes tienen estudios y quienes no, y este diferencial ha
aumentado después de la crisis. En la medida que baje, podría haber un repunte
del abandono.
El abandono educativo es un indicador (de la Unión
Europea) nefasto que dificulta en vez de ayudarnos a entender lo que pasa, al
menos, en nuestro país. Está en abandono una persona (entre 18 y 24 años de
edad) que acabó la ESO y no sigue estudiando, pero no está en abandono una
persona que no acabó la ESO y hace un cursillo de unas semanas de socorrista o
que cursa 3º de la ESO. Mezcla dos procesos sociales muy heterogéneos: no
acabar la ESO con no seguir estudiando tras terminar con éxito la ESO. Además,
mucha gente da por supuesto que la tasa de abandono es sinónimo de no acabar la
ESO, cuando eso no es cierto.
Es coautor del informe La desigualdad de
oportunidades educativas: tendencias del fracaso escolar en España (1977-2012),
vinculado con su tesis. ¿Qué cambios ha detectado durante las épocas incluidas
en ese período y a qué se deben?
Para las personas nacidas hasta finales de los
setenta hay tanto una mejora del nivel educativo como una disminución de la
desigualdad de oportunidades educativas por origen social, al tiempo que las
mujeres empiezan a superar el nivel educativo de los varones ya en la escuela
franquista y patriarcal. Pero para las personas nacidas en los ochenta aumenta
la desigualdad de oportunidades educativas y se estabilizan los niveles de
estudio, con una disminución en FP. Esto pensamos que se debe al efecto no
querido de la LOGSE. Al aumentar los requisitos para cursar educación
post-secundaria obligatoria, aumentando dos cursos el tronco común y poniendo
el requisito de titular en la ESO para entrar en FP, llevó a que las personas
de orígenes populares más bajos dejasen de estudiar FP y engrosasen las tasas
del fracaso escolar administrativo. Además, no solo se subió el requerimiento
académico para estudiar FP de Grado Medio, sino que se convirtió en un callejón
casi sin salida, pues para seguir estudiando había que aprobar un examen con
contenidos de Bachillerato. Sin embargo, a los estudiantes de Bachillerato no
se les exigía un examen con contenidos de FP media para acceder a la FP
superior. Esto muestra un sesgo academicista en el diseño educativo que
acabaron pagando los hijos de las clases populares.
¿Puede explicarnos cuál es la relación que existe
entre los índices de analfabetismo de finales del siglo XIX y el nivel
formativo actual? ¿La inercia en educación ha sido “inmune” a las reformas
educativas?
Creo que el símil con una carrera ciclista ayuda a
entender lo que ha pasado. El pelotón avanza más rápido, pero se mantiene el
orden. Para romper la inercia estamos exigiendo que las comunidades que parten
de mayores niveles de analfabetismo en el siglo XIX tendrían que haber “corrido
más rápido” que las de menor analfabetismo. Es decir, no solo les estamos
pidiendo que mejoren en educación, sino que lo hagan con más intensidad que las
comunidades más aventajadas. No hay que caer en el derrotismo, pues todas han
mejorado considerablemente, pero habría que pensar cómo las que venían de más
atrás podrían adelantar a las más aventajadas.
¿Cuál es la característica que, según la academia,
mejor predice el logro educativo y qué podemos hacer para compensar?
En Sociología de la Educación llevamos más de medio
siglo avisando de que el mejor predictor del nivel educativo de los estudiantes
es el nivel socioeconómico y cultural de la familia. Son muchas las políticas
que se han intentado contra esto. En España la LOGSE misma, aunque con efectos
perversos no queridos, como ya he señalado. Hay políticas que pueden mitigar
este problema pero, en tanto que haya desigualdad social, las escuelas van a
ser un reflejo de esa desigualdad. Pueden mitigarla, acentuarla o
neutralizarla. Por ejemplo, a los estudiantes de orígenes de menor capital
cultural les puede venir mejor la educación infantil y didácticas más
estructuradas, pues no cuentas con sus familias para que les guíen en proyectos
educativos muy abiertos.
A lo largo de la historia, ¿los momentos en los que
se ha incrementado la inversión en educación han venido acompañados de los
resultados esperados? ¿Debemos aspirar al 5% de inversión en educación en
función del PIB o cree que debe haber otro indicador?
A mí el indicador del 5% me parece problemático.
Por ejemplo, en la última crisis el PIB per cápita disminuyó en torno a un 10%.
Eso quiere decir que estamos de acuerdo con que cada vez que baje el PIB, baje
la inversión pública en educación… Yo prefiero un modelo más parecido al
sistema de pensiones. Además, si aumenta muy rápido el número de estudiantes,
como pasó con el baby boom y luego se reduce muy rápido, como
pasó en los ochenta, estamos estableciendo desigualdad intergeneracional, pues
ese 5% es menos por estudiante para una generación que para otra. Hacer una
estimación de cuánto dinero es necesario para dar una educación de calidad y
establecer las condiciones económicas para que no varíe con el ciclo económico,
pero sí con el número de estudiantes, similar a como ha hecho con el sistema de
pensiones, que ha aguantado bastante bien la crisis. Esto podría ser el 4% o el
6% del PIB, dependiendo de lo que estemos dispuestos a invertir por estudiante.
Eso sí, desde el punto de vista de la planificación educativa es mucho más
sencillo fijar un indicador como el 5% del PIB.
Madrid es la comunidad autónoma cuyas aulas están
más segregadas por nivel socioeconómico y se encuentra al nivel de Hungría y
Rumanía, los dos países europeos con más desigualdad. Un informe reciente, en
este caso de Valencia, advierte de que el distrito único no ha logrado mitigar
la segregación escolar en la ciudad. ¿Qué acciones en materia de política
educativa y social recomienda para transformar esta realidad?
Hay que separar dos procesos: la segregación social
y la segregación de resultados. En España hay alta segregación por origen
social, pero baja por competencias. Eso posiblemente quiere decir que la
calidad educativa de unas escuelas y otras no es tan diferente. Es muy
complicado luchar contra la segregación social, debido a que es un resultado de
dar autonomía a las familias. En EEUU para acabar con la segregación racial se
pusieron autobuses para intercambiar a los estudiantes por su color de piel, y
tener menos segregación. Lo que se consiguió fue que las familias se fuesen a
vivir tan lejos unas de otras que el autobús no era una opción. Creo que lo
mejor que se puede hacer es dar una alta calidad educativa en los centros, de
manera que estar en uno u otro no marque la diferencia de resultados
educativos. Esto lleva a que haya que invertir más recursos en los centros con
más complejidad social, y a una relación fluida entre servicios sociales y
sistema educativo.
La palabra diversidad parece haberse estigmatizado
cuando hablamos de la escuela. Muchos padres con recursos temen que el
rendimiento de sus hijos sea peor en centros donde puede haber más alumnado con
menor rendimiento. ¿Con qué datos podemos combatir este estigma?
Los datos de PISA son contundentes, en el sentido
de que lo único que hacen mejor las escuelas concertadas y privadas en España
es seleccionar socialmente a su alumnado, pero no consiguen que obtengan
mejores resultados que el alumnado de la pública. El problema es que la
elección de escuela genera mucha ansiedad, y eso no se vence con datos fríos.
Cualquier pista de que una escuela puede ser mejor que otra no resiste la
frialdad de los datos agregados del sistema educativo. Por eso insisto en que
la única forma de luchar contra esto es asegurando la calidad de los diversos
centros.
¿Qué papel juega la escuela concertada a la hora de
erradicar o perpetuar la desigualdad de oportunidades educativas?
Creo que mucho menos de lo que se cree. Por
ejemplo, en Francia o Reino Unido la presencia de la escuela pública es mucho
mayor que España y, sin embargo, hay más segregación. Esto se debe a que cuando
la escuela es pública, los mecanismos de segregación pasan a ser otros como,
por ejemplo, el precio de la vivienda es más cara cerca de las escuelas que
están consideradas como buenas. Dicho de otra forma, lo que te ahorras en un
concertado lo vas a pagar en hipoteca o alquiler. Digamos que las familias de
clase media y alta son más astutas que el sistema educativo a la hora de jugar
a la diferenciación social, dadas las características de cada sistema educativo.
El profesorado lleva tiempo quejándose del exceso
de burocracia y de la complejidad de tareas que deben desempeñar y para las que
no están formados. Eso empeora sus condiciones de trabajo, desincentiva su
participación en proyectos o redes educativas y resta tiempo de atención al
alumnado. ¿Cree que esta tendencia puede tener una incidencia significativa en
la merma de la calidad de la enseñanza?
No he visto estudios sobre esta cuestión, pero mis
propios padecimientos como profesor me llevan a estar totalmente de acuerdo.
Hay una mentalidad burocrática de desconfianza hacia los trabajadores, y creer
en el pensamiento mágico de que si todo se documenta, mejora, cuando lo único
que mejora es la forma en que se trampea para escapar a tanto papeleo
desconfiado.
¿Necesitamos incorporar nuevos perfiles en los
centros educativos? Educadores y trabajadores sociales, por ejemplo, para que
esa labor, muchas veces de conexión con los ayuntamientos para controlar el
absentismo y otros asuntos sociales, sea gestionada por estos profesionales.
Sí, totalmente de acuerdo, creo que esta es una de
las grandes posibilidades de mejora del sistema. Es más, creo que los
educadores sociales tendrían que tener un papel más activo a la hora de tratar
con grupos complejos. Por ejemplo, creo que parte del alumnado que se deriva a
FP Básica estaría mucho mejor en manos de educadores sociales.
El PSOE prometió en campaña (pero luego omitió de
su programa) subvencionar las matrículas universitarias de las chicas que
estudiaran carreras “STEM”. ¿Cómo valora la medida?
Pues que la mitad del trabajo ya está hecho. En
Ciencias y Matemáticas desde hace tiempo la matrícula está más o menos
igualada. Las diferencias permanecen en las ingenierías. Si tenemos en cuenta
que para el alumnado becado las carreras son gratuitas, y no por eso van más
mujeres becadas (creo), no me parece que la medida vaya a tener mucho éxito,
aunque sea bienintencionada. El coste de la matrícula posiblemente sea una
parte pequeña de una decisión tan importante como elegir profesión. Además,
para que la medida fuese equitativa tendríamos que actuar también sobre las
carreras muy feminizadas, para que entrasen más hombres, si no, no va a ser
posible la igualación.
Fuente:
https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/11/25/lo-unico-que-hacen-mejor-las-escuelas-concertadas-y-privadas-en-espana-es-seleccionar-socialmente-a-su-alumnado/
Autora: Saray Encinoso/El diario la educación