¿Se sienten los docentes involucrados en las Evaluaciones de Calidad Educativa? ¿Sienten estas evaluaciones como propias? ¿Piensan que son justas? Los tomadores de decisiones ¿Las usan para confrontar con los docentes?
Las evaluaciones de calidad son uno de los componentes de
las políticas encaradas en la década del `90 que más críticas reciben entre los
docentes y los directores. Sin duda, el modelo de implementación y construcción
no ha logrado que los mismos se sientan incluidos en dicho proceso.
Este dato resulta interesante de ser analizado por el hecho
de que tal como lo explica el artículo de Emilio Tenti, la visión crítica no se
extiende a la política de evaluación como tal, sino al modo en que la misma fue
implementada. Los docentes parecen acordar con la idea de evaluar, aunque
tienen sus diferencias con el modo en que dichas evaluaciones se han
implementado.
Por otro lado, manifiestan que la tarea de evaluar es de las
que más dificultades les generan dentro del repertorio de las que implica su
propio trabajo. En este sentido, parece interesante observar el hecho de que
ellos mismos parecen requerir una reflexión más profunda de para qué evaluar y
cómo hacerlo, y esa reflexión no debería estar divorciada de la que se formula
alrededor de los operativos de evaluación en un sentido más general, como
política global del sistema.
Al mismo tiempo, la propia exposición a la que la escuela se
ha visto sometida por la comunicación masiva de los resultados, las sospechas
que ha generado en la sociedad acerca de la capacidad de los docentes de
garantizar aprendizajes significativos de sus alumnos, la puesta en duda de la
idoneidad de los mismos para su tarea, pueden explicar la mirada crítica acerca
de los dispositivos de evaluación de la calidad.
Sin duda, las evaluaciones son vividas como un elemento
externo que, de algún modo, se interpone entre las autoridades y las escuelas.
Deja a los docentes solos y rompe cierta visión de unidad del sistema. Como
expresó Javier Bonilla: “Se nota un grado
de exterioridad muy grande entre el aparato de evaluación y el de gestión
habitual del sistema. La pregunta es cómo hacemos para que el dispositivo sea
vivido como un dispositivo interno. Cómo hacemos para que el aparato de
evaluación sea amigable para la cultura del sistema educativo”. La sola
idea de dos aparatos a los que se debe volver “amigables” y hacerlos dialogar
entre sí, implica una ruptura en la lógica de un sistema que se ha caracterizado
por importantes grados de endogamia, como es el sistema educativo. Las
evaluaciones aparecen como un dispositivo externo al propio sistema, que han
adquirido el poder de validar o no sus acciones y efectos. La escuela parecía
un ámbito invulnerable y ha quedado sometida a un procedimiento que no sólo la
evalúa, sino que expone los resultados de dichas evaluaciones al conjunto de la
sociedad.
El hecho de que la discusión previa de las evaluaciones
acerca del sentido haya resultado tan débil, hace que tampoco hayan podido
participar los docentes de la
misma. La revisión que se realiza de las mismas, la discusión
de sentido en la que se avance, debe incluirlos, debe contar con ellos en el
análisis del “para qué” y del “cómo”. En caso contrario, resulta complejo
construir una “amigabilidad” a posteriori. Lo cierto es que la posibilidad de
lograr que el sistema viva a los dispositivos como propio, debe incluir la
participación de la discusión del para qué, que sienta como propios los
objetivos que se proponen.
El Jefe de la división educación del BID, Juan Carlos
Navarro, señaló en el Seminario: “Los
docentes sienten que entran en un juego en el que los dados están cargados
contra ellos (...) Creen que es justo que sean evaluados, no están en contra de
esto, por principio”. Tal como afirmamos anteriormente, se trata de
comprender que la revisión de sentido en materia de políticas de evaluación, va
a incluir tanto las cuestiones sustantivas como las metodológicas, y que la
participación de los actores en las distintas instancias de ese proceso es
fundamental. Por otro lado, es preciso que los tomadores de decisiones sean
transparentes, en el sentido de que no se está construyendo un dispositivo para
confrontar con los docentes, sino uno capaz de producir los insumos que
permitan mejorar la calidad y la equidad, en los aprendizajes de los alumnos.
Extraído de:
Evaluar las evaluaciones
Gustavo Iaies
En: Evaluar las
evaluaciones
Una mirada política acerca de las evaluaciones de Calidad
Educativa
IIPE UNESCO
En la sección “Biblioteca” hay un link hacia el PDF completo
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